Margarito Esparza era originario Sinaloa y, gracias a su pequeña estatura, pudo obtener distintos papales en la televisión, en la que debuta en la década de los cincuenta en el programa Los juguelotes de Gamboín. Participó en algunas cintas de la época de oro del cine mexicano, al lado de Tin Tán, Joaquín Pardavé y Libertad Lamarque.
En los noventa, a la falta de oportunidades laborares, Margarito se vio en la necesidad de cantar en las líneas del metro de la Ciudad de México, hasta que Guillermo del Bosque le ofrece una oportunidad para nuevamente ingresar a la televisión con la empresa de El Pedregal.
Murió como muchos artistas que trabajan en el ingrato mundo del entretenimiento: solo, sin dinero y con poco reconocimiento. Margarito era sin lugar a dudas un icono de la nueva televisión en México, esa que llenó de personajes extraños la pantalla.