El gran actor Sidney Poitier interpreta a Mark Thackeray, un Ingeniero en Comunicación desempleado, a éste le ofrecen trabajo como maestro en una escuela de Londres, donde no hay normas establecidas ni reglas claras. En esta escuela recibían a los estudiantes que eran rechazados de otras escuelas por los malos comportamientos que estos reflejaban.
El personal docente de esta escuela se había dado por vencido en sus labores y dejaban que los estudiantes hicieran lo que quisieran, ya que eran apáticos, desorganizados y muy mal creados, la mayoría de estos estudiantes de hogares disfuncionales. Los primeros días de clases en esta escuela fueron tormentosos ya que estos estudiantes le hacían la vida imposible, con bromas y malos tratos, teniendo en cuenta también que muchos de ellos eran racistas y el maestro Mark Thackeray es de color negro.
Un día el maestro Mark Thackeray perdió el control por las bromas deshonestas y los malos tratos que éstos le daban, entonces empezó a buscar nuevas estrategias de enseñanzas una de ellas haciéndolos pensar que ya no eran niños, que eran adultos y como tal tenían que comportarse.
Desde entonces le fue creando conciencia de que un día serian juzgado por la sociedad si no cambiaban de actitud. Con el tiempo el maestro Mark Thackeray se dio cuenta que eran alumnos con buenos sentimientos y los acogió hasta ganarse sus confianzas de esta forma les enseñó a respetarse a sí mismo y a los demás, les mostró que la educación va más allá de los libros.
Lentamente el maestro se convirtió en un guía para estos estudiantes que nadie valoraba. Sus estrategias hicieron que los estudiantes cambiaran incluso sus formas de vestir y de peinarse. Enseñándoles también sobre la higiene personal, sin dejar de valorar el cambio positivo que ellos habían tenido en su personalidad.
Seguramente cada uno de nosotros recordamos al maestro que nos impactó, y creyó en lo mejor de cada uno de nosotros. Así como hay malos maestros que llegamos a odiar, existen seres que dan toda su vida a favor de sus alumnos. Hombres y mujeres que son madres y padres de familia, a veces piden aventón para llegar a la escuela o a su hogar, son seres que se esfuerzan de dar lo mejor que tienen, a pesar de que los medios de comunicación los han etiquetado de revoltosos y flojos. A ellos vaya nuestro agradecimiento por ser verdaderos apóstoles de la educación.
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