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No se va… Ya no está

Filiberto Vargas Rodríguez / Javier Duarte no se va.

La razón, por obvia, todos la pasaron por alto.

Javier Duarte no se va… porque ya no está. Desde hace rato Javier Duarte ya no gobierna Veracruz. No se puede ir alguien que ya está ausente.

La tempestad del martes por la noche llegó desde la capital del país. A las versiones propaladas sobre su inminente salida, se sumó la supuesta sentencia del dirigente nacional del PRI, Manlio Fabio Beltrones (“Javier Duarte deberá de estar presentando, obviamente, cuentas concretas y verdaderas a los veracruzanos”) emitida en Tabasco.

¡Quién lo diría! Fue Miguel Ángel Yunes uno de los factores para que no se concretara su salida.

El candidato de la alianza PAN-PRD salió muy pronto a festinar la caída de su enemigo, y en la cúpula del poder llegaron a la conclusión de que tampoco era conveniente regalarle al opositor el mérito de la partida del mandatario estatal.

La postura del jefe del Clan de los Yunes de Boca pudo no ser tan casual. En realidad Yunes Linares no quiere que quiten a Javier Duarte, pues sin villano se acaba el discurso. Él quiere que siga ahí, para mantener la bandera contra la corrupción. Su ambición, su sueño dorado, es ver a la cara a Javier Duarte el primero de diciembre, cuando le esté entregando el poder, y verlo a la cara una vez más, cuando lo ponga tras las rejas.

El ruido mediático y en redes sociales fue tan fuerte, que el propio Javier Duarte tuvo que operar su defensa. Subió un twitter desmintiendo su renuncia y ordenó a su equipo de trabajo que hiciera lo propio.

No se quedó ahí. De manera intempestiva llegó a las oficinas del periódico Imagen de Veracruz, de José Pablo Robles (aquel a quien Fidel Herrera calificó de “mamador profesional”) y con él y sus reporteros se desahogó.

Ahí dijo que ha bajado su perfil para que sea Héctor Yunes el que jale los reflectores, y dijo que él mismo sugirió al precandidato priista que lo critique “porque no es justo que cargue el peso de esta administración” (¿y entonces, aquello de que “le baje dos rayitas” fue sólo una cuento?).

Se atrevió a admitir que, como lo ha señalado en los últimos años el auditor superior de la federación, Juan Manuel Portal, su gobierno ha desviado los recursos federales, pero se defendió argumentando que siempre se usaron para fines públicos (“les puedo asegurar que ni un solo centavo se encuentre en mi bolsillo”) como si eso fuera una gracia, como si no supiera que eso también es violar la ley.

Pero todos estos alegatos de poco o nada sirven, cuando Javier Duarte ha dejado de gobernar a Veracruz.

No estuvo en Tlacotalpan, en La Candelaria; tampoco en el Carnaval jarocho. No les paga a sus acreedores, a duras penas alcanza a medio cubrir la nómina de empleados y pensionados. Envía iniciativas al Congreso local que son rechazadas ¡por todos! Incluidos los legisladores de su partido.

Todos los días amanece bloqueado el centro de Xalapa por organizaciones que demandan el cumplimiento de compromisos de su administración, y no los escucha. Cada día hay al menos una oficina o varias escuelas tomadas por grupos inconformes con su gestión. y él no se inmuta.

Ya abandonó, físicamente, la llamada “Casa Veracruz”. Hoy vive en su modesto departamento de la “Torre Pelicano” en Boca del Río.

Lo siento mucho, mi estimado Pedro Manterola. Javier Duarte ya se fue y no aclaró ninguna de tus dudas.

Hay quien sugiere que no pide licencia porque aspira a cobrar su salario hasta el última día del mes de noviembre… salvo que en la capital del país opinen lo contrario.

“Me gustas cuando callas, porque estás como ausente”, decía Neruda.

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