Filiberto Vargas Rodríguez / Hay máximas en la política que se aplican a la vida misma. La historia ha demostrado que son irrefutables.
Una de ellas dice que en todo, “el que se enoja pierde”, y otra, que “en tiempo de elecciones, el que agrede es el que va abajo. El que marcha a la cabeza busca no engancharse en debates que sólo les sirven a los rezagados”.
En este mismo espacio se elogió la actitud de Héctor Yunes Landa -virtual candidato priista a la gubernatura de dos años- al inicio de su precampaña, de hacer caso omiso a las bravatas de su primo hermano, quien será el abanderado de la alianza PAN-PRD, Miguel Ángel Yunes Linares.
El propio candidato de la fórmula azul y amarilla ha declarado que su principal promotor, el que lo coloca hasta arriba en las encuestas de opinión, es el Gobernador Javier Duarte, quien con inusitada frecuencia hace referencia a su persona en las redes sociales.
En su papel de víctima (pues a ojos de la sociedad se trata de un ciudadano sin cargo alguno que se dice “agredido” por la máxima autoridad de la entidad) Yunes Linares ha ido ganando escaños en los sondeos de opinión y hoy ya es un candidato con fuertes posibilidades de triunfo, más aún si además del gobernador y sus colaboradores, ahora lo ataca el “candidato de Duarte”.
Los argumentos de Héctor Yunes para atacar a su primo hermano -sin embargo- son bastante sólidos. Miguel Ángel Yunes Linares basa su campaña en acusar de corruptos a todos los que han estado en el gobierno estatal en los últimos 11 años, pero nada dice de las denuncias sobre corrupción que pesan en su contra.
Exige transparencia, pero no ha hecho pública su declaración de bienes, ni la de sus eventuales conflictos de interés. Si Miguel Ángel Yunes -como dice Javier Duarte- roba y al mismo tiempo grita “atrapen al ladrón”, lo que debe hacer es voltear sus bolsillos y mostrar a los veracruzanos que su fortuna (que existe, es real y conocida por todos) es legítima.
No lo ha hecho, pero promete cumplir con ese requisito “cuando sea candidato”.
Pero el tema no es si Yunes Linares muestra el origen de su fortuna o si admite, con su silencio, que los señalamientos en su contra son ciertos. Lo realmente grave es que Héctor Yunes haya decidido subirse al ring con su primo hermano, lo que de entrada sugiere que la ventaja que ha presumido desde hace varios años, no es tanta, o de plano ya no existe.
A este percepción abona la complicada y peligrosa fórmula que han aplicado en el PRI para construir alianzas en la entidad.
Aunque en la elección de Gobernador se suman a la campaña de Héctor Yunes el Partido Verde, Nueva Alianza, Alternativa Veracruzana y el Partido Cardenista, sólo en 13 de los 30 distritos electorales llevarán el mismo candidato a diputado, en los otros 17 cada partido llevará a su abanderado, lo que provoca gran confusión entre los que aportan el llamado “voto duro”.
Además, la decisión de Héctor Yunes de confrontar a su primo hermano ayuda a generar el escenario que menos le conviene al PRI, que es que la elección se polarice y la población sólo distinga o ubique a dos rivales (Héctor y Miguel Ángel) pues el natural y cada vez más fuerte voto de castigo al gobierno, se iría con un solo candidato opositor, y no se diluiría entre todos los contendientes, como se ha pretendido.
Héctor Yunes tiene buen prestigio, como persona honesta y comprometida con Veracruz. Es ese el tema que debe resaltar en su trabajo de proselitismo. Estos no son tiempos de confrontación, son momentos para sumar, tanto al interior de su partido, como con la sociedad en general.
Es momento de apostar al discurso de la unidad, contra la verborrea de la diatriba y la confrontación. El ciudadano de bien, el que lucha día con día por la tranquilidad y prosperidad de su familia, siempre se inclinará por quien ofrece construir, en contra de quien amenaza con destruir.
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