Édgar Hernández* / En mala hora alguien aconsejó al señor Javier Duarte que Veracruz se podía gobernar a mentadas de madre.
Tras el tema del “acostón”, una vez más y tiro por viaje, las redes no dejaron pasar la oportunidad de comerse vivo al gobernador de ocho millones de veracruzanos, quien ha hecho de la torpeza verbal una virtud.
Desde el arranque de su agonizante sexenio y en mala copia a lo hecho por su tutor Fidel Herrera Beltrán, se ha dedicado a despreciar, minimizar y burlarse del pueblo veracruzano con albures, palabras altisonantes e imprudencias sinfín.
A Fidel gustaba no verse en el espejo cuando sambutía apodos a todo aquel que se topaba, colaboradores incluidos. Al propio Duarte le endilgó motes ofensivos que tenía que tragarse sin chistar.
Con el arribo del hoy gobernador el leitmotiv ya no fueron los apodos, pero sí los malos tratos y despidos al por mayor de los colaboradores.
Esa persistente actitud bipolar con quien se le ponía enfrente y atajar a la opinión pública con chistoretes, risas estruendosas, albures, expresiones de cantina de baja ralea y descolones a quien se le atravesara en el camino como fue el caso de Araceli Jiménez, madre de joven desaparecida en Veracruz.
Todo ello sin contar el gusto morboso que le proporcionaban los relatos crueles y de venganzas –tal como refiere Reynaldo Escobar- contra el periodista Carlos de Jesús Rodríguez.
“El jefe gozaba cuando le mostraba las fotografías de ese cabrón en estado lastimoso”, me comentó en alguna ocasión el entonces Procurador.
Hay muchas otras más anécdotas sobre ese entorno, asaltos a casas de periodistas incluidos, el tema, sin embargo es más amplio.
Tremenda sorpresa se llevó la opinión pública internacional, nacional y local cuando el 22 de septiembre del 2011 el gobernador minimizó el asesinato de 35 personas cuyos cuerpos masacrados fueron depositados en la vía pública a unos metros del World Trade Center donde se celebraba el Encuentro Nacional de Presidentes de Tribunales y Procuradores.
“Este hecho confirma esta triste realidad, los que eligen mal terminan mal, al final el crimen paga”, dijo Duarte. No consideró a mujeres, adolescentes y niños entre esos “criminales” como los calificó.
El “Pórtense bien” a periodistas desde Poza Rica, su opinión en torno a la selección del candidato del PRI por la vía de las encuestas que para él son “mama…(das)”, el tú serás el gran elector, según le dijo el presidente Enrique Peña Nieto “Javier, nunca me has fallado, pero esta es la decisión más importante de tu vida, no te puedes equivocar, con lo cual me está dando la gran responsabilidad”.
El símil del perro chihuahueño para su peor, no adversario sino enemigo jurado, Miguel Angel Yunes Linares; el tarde o temprano “me chingo a los delincuentes”; el manifestarse admirador de Francisco Franco, “¡Te vas a reír…fue un hombre de la historia que es considerado como un villano para muchos, para otros no, que es el generalísimo Francisco Franco, quien tenía mi mismo timbre de voz”, dijo el mandatario ignorando nuestra historia libertaria, liberal y profundamente democrática.
Y qué decir de los “frutsis y pingüinos o “me tocó bailar con la más fea”, a la par de otros infortunados comentarios y declaraciones:
“Veracruz no tenía problemas económicos, sino de flujo” “Hicimos un gran esfuerzo en materia fiscal, creamos nuevos impuestos” “En dos años hemos trabajado con esfuerzo y compromiso para poner la casa en orden”; “Tenemos una perspectiva positiva de las obligaciones financieras”, “la bursatilización no es deuda”, y la más célebre entre las célebres: “Veracruz tiene una economía Sólida”.
Muchos otros pasajes ilustran su florido lenguaje y descabelladas declaraciones mismas que hace unas horas culminan con el acostón. “La alianza ganadora es la que se da con el pueblo, nuestra alianza no es un acostón pasajero, es un matrimonio con el pueblo veracruzano”, dijo a priistas.
Acaso la respuesta más contundente a todos los agravios que ha hecho con los veracruzanos se encierra en una carta del editor y propietario del diario porteño Notiver, Alfonso Salces, quien sorraja al ciudadano gobernador:
“Le sugiero respetuosamente consulte algún médico, su problema es mental, paranoia, hebefrénica (forma clínica de la demencia precoz -esquizofrenia- propia de los jóvenes que se caracteriza por depresión, ilusiones absurdas, pérdida gradual de las facultades mentales y relajación moral), con catatonia, eso es muy grave -sobre todo para los que tenemos que aguantarlo. Y también un buen abogado, lo va a necesitar pronto”.
Los berrinches de Javier Duarte habrán de costarle caro. Su falta de palabra más, sobre todo cuando tenga que transitar al limbo del séptimo año. Ya por ahí se prepara un libro de su vida y obra. Tan solo demos…
Tiempo al tiempo.
*Premio Nacional de Periodismo
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