Alberto Silva, 15 de enero 2016

- en Opinión

Édgar Hernández* / Agotadas las instancias de negociación de Javier Duarte tras el persistente rechazo a reconocer que debe haber más de “dos sopas” en el proceso de selección del aspirante a la gubernatura 2016-2018, el aparato de poder se apresta a nominar a Alberto Silva Ramos como su “candidato de unidad”.

Para ello ya se tiene previsto el viernes 15 de enero de 2016 cuando, en Convención de Delegados, se haga la nominación, previa renuncia de este y consecuente asunción de Amadeo Flores.

Hoy por lo pronto, este domingo 13, la línea del primer priista Javier Duarte fue determinar el método de selección de su abanderado por la vía del “dedazo” disfrazado.

Es decir, mediante la Convención de Delegados a fin de darle la prioridad de los votos a los delegados tanto de la estructura territorial como sectorial para ungir a Silva.

La decisión es consecuencia de todo un entramado de disputas y diferencias políticas.

La última página del drama sucesorio se escribió el pasado lunes luego del encuentro de equiperos de Pepe Yunes y Héctor Yunes en el “Domo” que dio lugar a una señalada molestia del gobernador al ser apartado del encuentro.

Así, en la impronta, al estilo Duarte, se determinaron fechas y acciones.

La primera fue definir el 15 de enero como el gran día del “Destape”. Luego, no darle tantas vueltas al proceso de selección e irse por la vía de Convención de Delegados, en donde los 600 consejeros políticos ya recibieron la línea que no es precisamente por el camino de los Yunes.

Ello a pesar de que ha circulado en las últimas horas que habrá una revolución interna de rechazo a Alberto Silva Ramos, sueños.

El caso es que como parte del cronograma Duartista el primer priista decidió trasladarse en días pasados al Distrito Federal para entrevistarse con Miguel Angel Osorio Chong y Aurelio Nuño, a quienes dio cuenta de la decisión sustentada en la confianza política entregada por el propio presidente Enrique Peña Nieto a Duarte en la visita a Xalapa, en un evento del Inecol.

El poder priista federal no guardó ni rechazo, ni inconveniencia en definir los tiempos políticos para trabajar por la unidad y llevar a buen puerto a Silva, “el único capaz, por su arrojo y valentía, de enfrentar a Miguel Angel Yunes y derrotarlo”, se dijo en el argumento ante los poderosos funcionarios.

Con esta acción se confirma lo que de siempre se ha sabido, el respaldo que tiene Duarte de parte del presidente Peña quien le reconoce sus victorias electorales a lo largo del sexenio.

Habrá que regresar a la memoria que fue el propio el jefe del ejecutivo federal quien le dio autorización a Duarte para que implementara el cambio constitucional que da paso al próximo gobierno bianual, el mismo que le da manga ancha para que conduzca la de dos eligiendo al sucesor.

Pero además le ha permitido, sin chistar, el manejo desordenado de las finanzas, la impunidad de los saqueadores del erario, el brutal endeudamiento y el no reclamo ante problemas evidentes como son la inseguridad pública, los asesinatos de periodistas, la quiebra económica con desempleo y la marginación social de 500 mil nuevos pobres en los últimos 5 años.

¿Qué le sabe Duarte a Peña Nieto, es la pregunta que  nos hacemos los veracruzanos?

El caso es que en los hechos es manifiesto el rechazo del gobernador a Héctor Yunes Landa con quien ha tenido repetidos encuentros sin encontrar punto de conciliación que permitan enlazar una transición lo menos estridente posible, alejada del golpeteo a las instituciones de gobierno, al PRI y a la figura gubernamental.

Duarte ha pedido a Héctor bajarle dos rayitas al cuestionamiento y no “escupir para arriba”, cero resultados.

Con Pepe Yunes, el diálogo ha sido más distante, pero con el mismo propósito de encontrar puntos de coincidencia. El senador, sin embargo, ha sido firme en su postura de “pienso libre, decido libre”.

Acaso por ello le resulta inadmisible a Pepe que el Congreso local sea entregado a la Fidelidad; tampoco le resulta ortodoxo que el principal golpeador de los Yunes (El Cisne) sea el dirigente priista que conduzca su campaña, ni que se condicione su candidatura y eventual victoria a una negociación en lo oscurito.

Así, en el ejercicio de cómo resolver la sucesión, es que se han planteado diversos escenarios para resolver la de dos y trabajar por la sexenal, no en favor de Héctor Yunes Landa, sino de José Francisco Yunes Zorrilla “¡Llámenme Pepe, por favor!”.

En una primera instancia se pensó en Flavino Ríos Alvarado, recomendado de Miguel Alemán ante el presidente Peña Nieto. El podría ser la solución considerando su institucionalidad y su imagen aparentemente honesta.

Su edad, el cansancio burocrático, la poca garantía para el PRI de que derrote a Yunes Linares y el propio deseo del funcionario de “mejor jugar la senaduría” atajaron una decisión en ese sentido.

Se pensó asimismo en Ricardo Ahued, hombre valiente, bragado y muy honesto. El sí entraría en lucha frontal con el PAN garantizando, con el apoyo de Duarte, la victoria en junio del 2016, pero…

Ahued no les da mucha confianza a los Duartistas ya que el empresario, por su congruencia y amor por Veracruz, es posible les voltee el chirrión por el palito y lleve a prisión a los saqueadores, así que –como dirían los clásicos- mejor no, ya que es un peligro para Veracruz, el Veracruz de la Fidelidad.

También se planteó construir la de seis para Pepe Yunes llevando como estafeta para la bianual a Tomás Ruíz.

De hecho desde principios de este año se le invitó en dos ocasiones a que viniera a Xalapa para ocupar la titularidad de la Secretaria de Finanzas, que la ordenara y se apuntalara para la de dos.

La decisión final la tomó el propio Tomás aceptando la SIOP con la posibilidad –comentada con el propio Miguel Alemán y Duarte- de jugar. El tema, sin embargo, no ha podido avanzar dado que no acaba de penetrar en el ánimo priista.

Asimismo ha sido señalado por sus malos manejos financieros durante su paso por el gobierno estatal y a que a este amigo le gustan mucho los centavos ajenos, según el grupo en el poder.

Para este relevo emergente bianual en algún momento se consideró también a Juan Manuel Diez, rico empresario, dos veces alcalde de Orizaba, hombre probo y presuntamente honesto que ha llevado al municipio a la prosperidad.

Sin embargo, su arrogancia, su vocación reaccionaria –mandó poner en la principal plaza pública la estatua de Porfirio Díaz- y su edad, le impiden entrar en una batalla frontal con el PAN con posibilidades reales de victoria.

Américo Zúñiga fue recibido –tanto por Duarte como por el propio Pepe- como el Plan “B”.

Es el idóneo para derrotar a los azules. Buen alcalde, joven, honesto y con experiencia en los ámbitos electoral y de la administración pública. Es una garantía.

Américo trae una buena relación con el presidente y el propio gobernador quien en algún momento ha prohijado se le promueva mediáticamente –a pesar de la propia sobriedad del edil-.

Américo, sin embargo, tiene un pero…Es amigo, aliado, hermano y está comprometido con Pepe Yunes. Acaso por ello el argumento del primer priista se sustenta en que con Américo para la de dos representaría el equivalente de Silva para Duarte.

La baraja pues, ya se puso en la mesa… pero no se llegó a ningún acuerdo y al cerrar el año se regresa al punto cero.

Duarte está cierto que sin Pepe ni Héctor la elección se le complica ya que el Cisne por sí solo no le da para la victoria… pero se la va a jugar so riesgo de que los senadores desplazados saquen las manos, de que el dinero no le alcance para comprar los votos que le den la victoria a su protegido y que el ungido se desinfle ante los embates de Miguel Angel Yunes Linares, abrazado a la consigna de ligar a Silva con el crimen organizado.

El horno, pues no está para bollos.

¡Pero hoy, que la fiesta siga!

Tiempo al tiempo.

 

*Premio Nacional de Periodismo

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