Édgar Hernández* /
¡Pa´que tanto brinco estando el suelo tan parejo…!
Esta historia que le voy a contar ya tiene tiempo.
Fue un 22 de abril, hace 29 años. Un caluroso 1986 en donde al igual que hoy Veracruz ardía.
Era la víspera del “destape”.
Don Manuel Ramos Gurrión estaba que se comía las uñas. Porte Petit había perdido la compostura desde la Procu en el DF, Nacho Morales Lechuga, despedido y a la vera del camino, sin la más mínima posibilidad y Juan Maldonado Pereda con la flema acostumbrada le pedía hasta a san Judas Tadeo, abogado de los casos difíciles y desesperados, que lo amparara.
Por ahí Irma Cue Sarquis de Duarte, apreciada jurisconsulta de talla nacional, de Tierra Blanca, se movía desde la Suprema Corte de Justicia de la nación.
Y el “Tío Tín”, don Agustín Acosta Lagunes, llamado así por sus cercanos incondicionales, estaba lejos, muy lejos del “dedazo”. Su alianza y consentimiento con las bandas del crimen que lideraba la triste y célebre Sonora Matancera de su primo el indio Felipe Lagunes Castillo, lo imposibilitaban.
Ello sin contar la atonía que tenía sometida a Veracruz, con tres años sin obra.
En realidad en tierra jarocha la caballada siempre ha sido gorda y en esa oportunidad no tenía por qué dejar de serlo. Por ello ahí presentes las ternas, los suspirantes y los codazos y puntapiés y los periódicos adelantando destapes, como ahora.
Fernando Gutiérrez Barrios siempre fue muy puntual. Su padre un viejo villista le enseñó lo importante respetar el tiempo de los demás “nunca llegues con tanta anticipación, pero tampoco tarde”, contaba que le decía.
De niño “mi papá me llevaba una hora antes a la escuela allá en la Roma Sur. A las siete de la mañana me dejaba en el quicio de la puerta en espera de que llegara el Prefecto”.
“Luego el Colegio Militar me hizo más puntual” y su largo paso, 44 años, por la política, hizo de la misma un perfeccionismo.
Le dio asimismo valor supremo a la palabra. “palabra que empeñes, palabra que deberás cumplir”, era muy de él. Otro “En política nadie renuncia”. Otro más: “A descansar al panteón”.
Pero ¡Al toro!
Ese 22 de abril era jueves.
Un día antes a media mañana Laura Vargas recibe una llamada de Adolfo Lugo Verduzco, a la sazón dirigente nacional priista quien invita a don Fernando a tomar un cafecito al día siguiente “al filo de la una, don Fernando, si es usted tan amable”.
La Casa de Piedra de Cuernavaca, sede de las oficinas de Capufe se estremeció.
Gutiérrez Barrios en amena charla con Guillermo González Días, “El Willy” paro en seco. Todo se interrumpió. Don Fernando pidió a José Luís García Mercado llamara a ayudantía “porque salimos de inmediato a la ciudad de México”.
Pero la ayudantía ni sus luces.
Acababan de dejar al jefe en la oficina –eran las cinco de la tarde- y habían salido a comer un taco a la plaza comercial frente a la Casa de Piedra.
¿Trae usted coche, licenciado?, preguntó urgente don Fer al Willy, un chavo. “¡Eh, si señor!.. Pero no está muy cómodo. Es un viejo Volkswagen prestado, que no creo que llegue a La Pera (la curva más alta antes de entrar al DF) señor.
“¡Ni me diga, ni me diga! –contaría después el Willy de manera jocosa-. ¡Nos vamos!”… y se fueron. No habían llegado a la entrada de la autopista cuando se ladeo la nada flamante unidad automotriz.
“¿Qué pasó?”, preguntó el flemático encorbatado.
“En un segundo lo resuelvo, señor. Es solo una llanta ¡Se ponchó!”.
El viaje de una hora se convirtió en uno de tres. Llegaron finalmente a San Jerónimo, a Santiago apóstol –creo que es el número 9- atrás de la casa de Las Palomas donde vivía Luis Echeverría y… a prepararse.
Citó para el día siguiente a un par de gentes para que lo acompañaran.
A las 12 con 30 minutos de ese 22 de abril su automóvil, un Lebaron azul marino de la Chrysler, con teléfono integrado, se colocó afuera de Insurgentes 50, sede del PRI.
Dio instrucciones a sus acompañantes y subió a la oficina de Lugo Verduzco.
Ya presentes los aspirantes, el del PRI solo dijo “Nuestro partido ha tomado una decisión sobre quien habrá de abanderarnos en Veracruz. Vamos a sumarnos con lealtad y apoyo en favor de Fernando Gutiérrez Barrios”.
Un ¡ahh!.. se dejó traslucir entre los suspirantes.
Todos los ahí presentes se abrazaron y juraron lelatad. No hubo asomo de división, ni gritos airados. Tampoco negociaciones o compromisos por adelantado, simplemente el “¡acatamos y nos sumamos!”
Fin de la historia.
En realidad así es el PRI. Así ha sido en los últimos 86 año y así será ahora en que la estridencia asoma y que todos los días hay “destapes”.
En los últimos días la prensa ha destapado a Tomás Ruiz, a Erick Lagos, a Alberto Silva, a Pepe Yunes, a Héctor Yunes Landa y… de nuevo a Pepe y todavía este sábado Notiver y el diario de Pepe Robles dan como amarrado a Héctor.
Una inocua comida este viernes en San Julián, a la que viene de alcahuete Manlio Fabio Beltrones, so pretexto de la unidad, que más bien fue la comida de la división, da cuenta de la crispación política que vive el priismo veracruzano en la víspera de la nominación del candidato.
A conveniencia e intereses cada quien se suma con el cada cual.
Los propios moderadores de opinión tenemos nuestro gallo y todos los días le pedimos a San Julián que no se caiga, que nos den una señal, aunque sea chiquita, que interpretemos hasta la flatulencia de quien decide como el rechazo a quien puntea.
Ese es el Veracruz que vive en toda su intensidad el anhelado cambio sexenal en donde se renueva la esperanza.
Dice el portal “Ekos Ciudadanos”, parte de la voz de las redes, que “por estos días regresa a la memoria Fernando Gutiérrez Barrios a quien se le recuerda porque en uno de sus primeros eventos políticos vino a presentar a su familia, a nuestra querida Divina Morales y sus hijos Fernando, Jorge, Marigel, Guadalupe y Alberto (parecidísimo al pollo, no al pollo Pérez Fraga, sino a don Fernando a quien en el colegio así le apodaban)”.
A Veracruz, nos relata, llegó en ese momento un hombre de valores, un hombre que hizo historia “¿y hoy se pregunta uno quién lo puede emular? ¿Quién reúne esos requisitos de diálogo, de acuerdos, de respeto a la palabra y caballerosidad?”.
¿Quién de los posibles candidatos puede significarse, con pruebas, como un hombre de probidad, de honestidad para con sus compañeros de trabajo y con su pueblo, sobre todo que no padezca amnesia u olvido?
Y es que dice la larga misiva que envían a este reportero, “a quienes hemos apoyado nos han pagado con olvido, nos han dejado un legado de vicios y miserias”.
“Hoy, lamentablemente no podemos ver el Veracruz próspero y no vemos el progreso”, dice quien escribe esta carta, quien es un hombre con debilidad visual “pero no por eso no observo”.
“No puedo ver el Veracruz próspero y no por mi limitación visual sino porque la prosperidad se debe oler, se debe sentir y esta debe de transformarse y hacer trascender a los ciudadanos”.
En fin, son reflexiones en donde se llama a la rectitud, honestidad y congruencia para con nuestros futuros gobernantes.
Y ya mismo si se diera a la ciudadanía escoger ¿Quién reúne esos requisitos de honestidad, probidad, respeto a la palabra y tolerancia?
¿Quién de la terna, de dos, Pepe Yunes o Héctor del mismo apellido, si es que por el camino de la decencia se diera de decisión, reúne los requisitos de no tener cola que le pisen, de comprometer justicia con legalidad, sin venganzas, de respeto por la institución y no estar en permanentes guerras mediáticas, es el bueno?
¿Quién ese ese hombre a 29 años de distancia?
Tiempo al tiempo.
*Premio Nacional de Periodismo