Filiberto Vargas Rodríguez / Alberto J. Olvera, Investigador de la Universidad Veracruzana, publicó el pasado miércoles en El País:
“La crisis de derechos humanos en México, comprobada por múltiples organismos internacionales, representa el fin de un ciclo en el cual la construcción de la democracia electoral no contribuyó al desarrollo de un Estado de Derecho. Su causa principal es la consolidación de un pacto de impunidad al interior de la clase política, que impide la creación de un sistema de justicia autónomo y que fomenta la corrupción generalizada. La impunidad carcome la escasa legitimidad del régimen y abre la puerta a una salida populista a su crisis”.
El investigador y analista hace referencia a las cloacas que han sido destapadas con el relevo de gobiernos estatales y municipales, en los que se produjo la alternancia: “Impresionantes casos de corrupción y abuso de parte de los gobernantes salientes han sido denunciados”.
En la búsqueda de referencias para sustentar su opinión, el maestro Olvera se refirió a los casos de Sonora y Nuevo León.
No tenía que ir tan lejos.
Pudo usar el ejemplo de Veracruz.
Otro analista, Ricardo Raphael, de El Universal, cuestionó esta semana la decisión del Presidente Enrique Peña Nieto de nombrar a Fidel Herrera Beltrán como cónsul de Barcelona pues, dijo, su reputación ya llegó hasta aquellos confines y se le vincula con asuntos relacionados con el narcotráfico.
“Herrera no ha sido juzgado, ni siquiera acusado, por delitos contra la salud (…) Sin embargo el rumor antiguo sobre pactos entre Los Zetas y el ex gobernador de Veracruz también debió haber sido tomado en cuenta antes de enviarlo como representante de México”, asume Ricardo Rafael, quien además se pregunta:
“Habiendo tantos nacionales distinguidos, ¿por qué nombrar a Fidel Herrera si era obvio que su reputación lastimada terminaría haciéndole daño a la imagen del país? No se trata de fabricar un juicio sobre este individuo, sino de valorar la pertinencia política de elegirlo justamente a él”.
El columnista de El Universal cuestiona especialmente la decisión del Presidente de México de imponer a Fidel Herrera en Barcelona, evadiendo el aval del Senado de la República, al quitarle a dicho consulado la categoría de “general”.
Sólo los nombramientos para encabezar un consulado general deben ser aprobados por el Senado. Cuando se trata de un consulado sin esa característica, el cargo lo da el Presidente sin mayor trámite.
Da un ejemplo de una decisión similar.
A Milán, en Italia, se le quitó la categoría de Consulado General, con el fin de imponer, sin pasar la decisión por la Cámara Alta, a Maricela Morales, quien fuera titular de la PGR. Se temía que su inexperiencia en materia diplomática y su controversial desempeño en la PGR, les darían motivo a los senadores para negarle el nombramiento.
De Fidel Herrera se habían escuchado muchas versiones. Que se iba de embajador a Argentina, a Chile, a Venezuela y hasta a Grecia. Muchas de esas fueron propuestas serias, y el propio exgobernador de Veracruz se encargó de filtrarlas a la prensa.
Todas, sin embargo, terminaron topándose con el Senado.
“Ni se atrevan a proponerlo, ya saben cuál va ser nuestra postura”, le habrían advertido en alguna ocasión a un alto funcionario de la Presidencia.
Fidel ya está en Barcelona, y hoy hace más ruido que cuando estaba en la ciudad de México.
Genio y figura…