«Al presidente nadie lo toca»; bueno, sólo los que lo pusieron en la presidencia

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Armando Ortiz / Pobrecito Peña Nieto. Las cosas no le han salido como quisiera. Sus Reformas no han funcionado y el país no avanza a la velocidad que había prometido. El dólar está por las nubes y no se ve para cuándo habrá de bajar de ahí. No se ha podido reponer del escándalo de la Casa Blanca (ver nota); resultó contraproducente que Virgilio Andrade, su bufón de Palacio, lo hubiera exonerado. En esa vorágine que lo hunde, la autoridad que debería proteger a sus ciudadanos los entrega al crimen organizado y le generan un estigma de asesino por el caso Ayotzinapa; «fue el Estado» (ver nota). El Ejército de manera aterciopelada lo tiene amagado, ya el general Cienfuegos le preguntó a Peña Nieto:

«¿A quién le conviene un Ejército que no obedezca? ¿A quién le conviene un Ejército que no tenga disciplina? ¿A quién le conviene un Ejército que no esté entregado a su país?» (ver nota).

Lo amagan a pesar de que Peña Nieto ha hecho todo lo posible por defenderlos de las acusaciones por el caso Ayotzinapa y por lo de Tlatlaya (ver nota).

En esa misma cuesta bajo se le escapa el “Chapo” Guzmán, exhibiéndolo en todo el mundo como un presidente inepto. En casa la “Gaviota” se le rebela y se va sola de vacaciones a pasearse con los amigos, a gastarse el dinero de los mexicanos y ya no quiere presentarse en los eventos oficiales (ver nota).

El pobre presidente Peña no ve la suya. Por si esto fuera poco la oligarquía que gobierna este país le exige los dividendos de sus inversiones. Los que lo pusieron en la Presidencia le están cobrando a precio de oro el haberlo colocado ahí a pesar de no haber leído ni siquiera tres libros completos (ver video).

Le han perdido el respeto. Ahí está la imagen que vale más que mil palabras. Sentados en un evento, vestido de manera informal, el presidente Peña Nieto abre los brazos en señal de «¿qué quieres que haga?», cuando José Andrés de Oteyza, representante en México de la empresa española OHL, lo encara y le empuja un dedo en la parte superior de sus costillas. A su lado el secretario de Comunicaciones y Transporte, Gerardo Ruiz Esparza mira preocupado la escena sin atreverse a intervenir. Pensará: «Si ese cabrón regaña en público al presidente, a mí me pega mis cachetadas».

Yo pregunto: ¿Se le puede hacer eso a un presidente? ¿Qué poder ostenta José Andrés de Oteyza para reclamar de esa manera a Peña Nieto? OHL es una de las empresas dedicadas a la construcción y administración de caminos más beneficiada por el gobierno de Peña Nieto. Incluso en el tiempo que fue gobernador mexiquense Peña también benefició con obra a esta empresa.

¿Qué le debe Peña Nieto a Oteyza para que este simple mortal se olvide de su investidura? A Peña Nieto le hizo falta la presencia del capitán Gustavo Garmendia quien el 18 de febrero de 1913, cuando los golpistas quisieron aprehender a Francisco I. Madero, el capitán Garmendia sacó su arma y mató al líder de los golpistas señalando:

«¡Al presidente nadie lo toca!»

Actualmente existen acusaciones con grabaciones de por medio donde se expone que el presidente interviene a favor de OHL y en contra de Infraiber (ver nota), la empresa que fiscaliza la entrada de autos en las autopistas que se ha concesionado a OHL. Por supuesto la Presidencia ha negado las versiones; pero si los audios son contundentes, la imagen de José Andrés Oteyza empujando el dedo en las costillas del presidente, nos dicen que mucho le debe el presidente a OHL como para dejar que éste lo toque.

«Al presidente nadie lo toca»; bueno, sólo los que lo pusieron en la Presidencia.

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