El virus “Chikun-Yunes”

- en Opinión

Filiberto Vargas Rodríguez / El pretexto oficial fue entregarle personalmente el Programa Estatal de Derechos Humanos, que horas antes había sido presentado en Xalapa. Lo cierto es que el encuentro privado del Gobernador de Veracruz Javier Duarte con el secretario de Gobernación, Miguel Ángel Osorio Chong tuvo, seguramente, otras motivaciones.

La principal, el llamado al orden. La “sugerencia” (por aquello del respeto a la autonomía de los estados) al mandatario estatal para que resuelva sus diferencias con los senadores priistas, y a la vez que cese el golpeteo mediático contra figuras destacadas del panismo, pues el resultado ha sido que las ha victimizado y podrían convertirse en un fuerte dolor de cabeza en las elecciones del 2016.

El comunicado del gobierno estatal sobre este encuentro menciona además que en dicho encuentro se formalizó la asistencia de “todo el Gabinete Nacional de Seguridad” en el municipio de Tempoal, para poner en operaciones el Campo Militar de La Huasteca, obra donada por el Gobierno de Veracruz a la Secretaría de la Defensa Nacional, con el propósito de reforzar la seguridad en la zona norte del Estado, así como las regiones colindantes de Tamaulipas, San Luis Potosí e Hidalgo.

Aunque se hace referencia a “todo el Gabinete de Seguridad”, no se menciona si asistirá el Presidente Enrique Peña Nieto, Comandante en Jefe de las Fuerzas Armadas del país y, por lo mismo, miembro de dicho Gabinete.

Mientras eso sucedía en la capital del país, en estas tierras, el alcalde de Boca del Río, Miguel Ángel Yunes Márquez se encontró con un rico filón, cargado de notas sensacionalistas que lo ubicarán como la víctima y lo elevarán en el ánimo de los veracruzanos.

La Fiscalía General del Estado tuvo a bien enviar un grupo de agentes ministeriales a la residencia del alcalde boqueño para “realizar diligencias” relativas a la denuncia presentada por diputados locales del PRI, por un presunto caso de enriquecimiento ilícito.

Eso fue suficiente para que el alcalde saliera a los medios a denunciar el acoso del que dice ser víctima por parte del Gobernador Javier Duarte. Al reclamo se sumó la dirigencia estatal de su partido, el PAN, que denunció persecución política por parte de las autoridades estatales, en contra de sus adversarios.

Y en el ánimo de los priistas permea la misma frase, atribuida al cantautor Juan Gabriel: “¡Pero qué necesidad!”.

De buena fuente se sabe que ya a nivel central han tomado nota de esta nueva ofensiva del Gobernador de Veracruz contra la familia Yunes Márquez, y aunque en un principio vieron con buenos ojos que se acentuara la investigación en contra del ahora diputado federal Miguel Ángel Yunes Linares, para evidenciar que entre los azules hay también casos de evidente corrupción, ahora perciben que la andanada mediática ha tenido un efecto de búmeran, que podría impactar, severamente, las elecciones del próximo año.

En consecuencia, la instrucción ha sido tajante: Que ya dejen de jugar al Abogado del Diablo y que se concentren en consolidar la unidad de los priistas y en poner en orden la administración estatal.

Y es que hace nueve años nadie se imaginaba que esa fijación, ese rencor enfermizo que atacó al entonces Gobernador Fidel Herrera Beltrán, contra los Yunes, fuera contagioso.

Cuando la máxima autoridad del estado supedita sus acciones, sus decisiones y su agenda, a la campaña contra todos los que llevan el apellido Yunes, no queda más que admitir que fue contagiado, contaminado, por un virus de rencor que hasta hace poco no corría por sus venas.

Alguien, de los muchos que le hablan al oído, debería recordarle que en la política, el que se enoja pierde.

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