Édgar Hernández /
«In loco» Veracruz
La Comisión Interamericana de Derechos Humanos, CIDH, concluyó una visita “in loco” –así se dice- a Veracruz en días pasados.
Y este mismo viernes rindió su informe preliminar en donde coloca a Veracruz como escenario de desapariciones forzadas y un sinfín de acciones violentas que incluyen el asesinato de 15 periodistas de cara a una nula “acción decidida” del gobierno del estado para investigar los hechos de violencia denunciados.
Además recibió testimonios de que son los propios policías quienes presionan a los familiares de las víctimas desaparecidas para que dejen de buscarlos.
La CIDH está cierta y así lo manifiesta en su informe que “existe una grave crisis de derechos humanos” y Veracruz con Coahuila, Guerrero, Nuevo León y Tabasco se llevan el honor de estar “caracterizadas por una situación extrema de inseguridad y violencia; graves violaciones, en especial desapariciones forzadas, ejecuciones extrajudiciales y tortura”.
Y no solo eso.
Presenta “niveles críticos de impunidad y una atención inadecuada e insuficiente a las víctimas y familiares”.
Para la presidente del pleno de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, Rosa María Ortiz, esa situación “tiene efectos desproporcionados sobre personas en pobreza, migrantes, solicitantes de asilo, infantes, desplazados, indígenas y periodistas”.
La Comisión de marras apunta además que el “corredor migratorio” de Veracruz es una de las zonas donde la violencia en México se da con mayor fuerza y en donde también se resiente “la violencia relacionada al tráfico de drogas y armas, y a la trata de personas”.
Asimismo en entrevista con víctimas, los miembros de la Comisión constataron que ellas son las responsables de buscar a sus familiares desaparecidos, mientras el gobierno del estado ha fallado en cumplir con investigaciones con debida diligencia.
Destaca el testimonio de una madre cuyo hijo desapareció a fines de 2013: “Ya acudí a todos los lugares, nadie nos ayuda a recuperar a nuestros hijos. No hay respuesta ni del gobierno de Veracruz ni del gobierno federal”.
También se recibieron testimonios de muchos familiares sobre las amenazas y el hostigamiento que sufren para que dejen de buscar verdad y justicia.
“Las amenazas son reales. Estamos en riesgo, pero también convencidos de que callar no es opción. O hablamos con el riesgo que me maten; o si no hablamos, de todos modos, pueden matarnos”, fue el testimonio recibido por la CIDH en Veracruz.
En Veracruz, la CIDH escuchó a un familiar: “Recientemente nos han ofrecido medidas de protección en Veracruz. Nos dicen que los policías nos van a cuidar. El problema es que son ellos mismos los que nos hostigan”. Por su parte, otros familiares indicaron a la CIDH que “a los policías y a las autoridades que no aceptan venderse a los criminales, los matan”.
La CIDH identificó que efectivamente, en Veracruz son 15 los homicidios de periodistas, y que son múltiples agresiones por parte de actores estatales y privados, de los cuales la mayoría permanecen en la impunidad.
¿A todo ello qué respondió el gobierno de Javier Duarte?
Pues, asómbrese: “Compartimos y aceptamos el informe de la CIDH”, dice el boletín oficial que suscribe el secretario de Gobierno, Flavino Ríos Alvarado. “Compartimos plenamente las observaciones”, sostuvo en entrevista.
Esto es, comparte lo suscrito por la CIDH que asegura que en Veracruz se vive una situación extrema de inseguridad y violencia; graves violaciones, en especial desapariciones forzadas, ejecuciones extrajudiciales y tortura”.
¿Acaso el compartir plenamente las observaciones es reconocer las desapariciones forzadas y acciones que incluyen el asesinato de 15 periodistas de cara a la reticencia del gobierno del estado para investigar los hechos de violencia denunciados?
Así parece.
Ello mientras el gobierno federal, tras el “informe preliminar” de la CIDH, se declara en abierto y decidido rechazo a dichas conclusiones. Veracruz no.
Flavino torpemente justifica que es “un informe preliminar”, el definitivo se conocerá el primer semestre del 2016 y es previsible que no irá en contra o corrija y reconozca que Veracruz vive en pleno estado de libertades y seguridad.
Por ello llama la atención la postura del gobierno estatal sobre su sesgada aceptación en paralelo al matiz justificatorio en el marco de los 15 periodistas masacrados en el régimen de Javier Duarte.
Presume el Secretario de Gobierno que la Comisión Especial para la Atención y Protección a Periodistas, según la CIDH, ha tenido una gestión positiva en la “protección a periodistas”.
Qué bueno que en Veracruz hay “protección a periodistas” ya que de lo contrario la pila de cadáveres de comunicadores sería interminable. Y qué mejor que ese entuerto periodístico “fortalece los lazos con los periodistas”, según el funcionario, ya que de lo contrario ya hubieran quemado en leña verde a sus integrantes que son propietarios de medios, recomendados del propio gobernador y gente que no carga ningún crédito de seriedad, honestidad y liderazgo ante periodistas y fotógrafos asesinados y golpeados, maltratados y sin ningún derecho laboral.
Flavino vive pues en un mundo al revés.
Habla de las bondades de ese grupo que recibe ingresos millonarios cuando lo fundamental de la CIDH son las muertes violentas, el crimen organizado, los secuestros, feminicidios, ejecuciones extrajudiciales y tortura, así como la impunidad de la propia autoridad responsable de resguardar la seguridad pública.
Con el dicho del bizarro secretario de Gobierno, una vez más se comprueba que allá arriba se vive en un mundo feliz, en el mundo del no pasa nada, mientras Veracruz arde.
Así lo demuestran los acontecimientos del día a día.
Concluyó la semana más aciaga del gobierno del señor Javier Duarte en donde se puso en serio riesgo la gobernabilidad. La prensa nacional hizo añicos la imagen del gobernador y el senador Héctor Yunes Landa se dio gusto en los medios fustigando y descalificando a quien una semana atrás era su máximo, su pial, su apoyo fundamental para la sucesión gubernamental. Y todo por un chiste de muy mal gusto.
Pero además, cierra la semana con un sordo rumor.
Cierra con un extraño silencio de parte del propio ciudadano gobernador y para la defensa no cuenta, ni chista, el equipo que hace años metió la cabeza en la arena. Nadie sale a defender al jefe por más millones que les ha dejado ganar.
Alguien desde dentro evocaba que cuando el hoy mandatario era un niño pobre siempre fue objeto de bullying; nadie quería jugar con él… y hoy que es un hombre como mucho, muchísimo dinero que tiene para pagar tampoco nadie quiere jugar con él… le dan la vuelta, lo dejan solo.
Así, hoy en el vórtice de un conflicto que tambalea a Duarte queda paradójicamente en la resaca el pronunciamiento de Pepe Yunes cuando este sábado le preguntaron sobre la renuncia del gobernador:
“Más que pensar en la renuncia del señor gobernador Javier Duarte de Ochoa se debe replantear el uso de recursos que recibe Veracruz y el manejo administrativo de sus finanzas”.
En efecto, la opinión pública se pregunta por qué el mandatario no modifica su forma de comunicar y aplicar las políticas públicas. Qué o quién le impide hablar y actuar. Por qué no encierra a quienes han saqueado a Veracruz. Cuándo va a actuar y mostrar resultados.
14 meses le restan a la actual administración. Son los mismos que otros gobernantes han utilizado para pasar en la historia. A Fernando Gutiérrez Barrios, luego de su primer año de gobierno, el presidente electo Carlos Salinas de Gortari le pidió se preparara para regresar al centro. Era 1987.
No sabría sino hasta en la víspera si sería el secretario de Gobernación o el Jefe de Gobierno del DF, pero sí tenía muy claro a quien le entregaría la estafeta, que finalmente recaería en Dante Delgado Rannauro, el más fiel y auténtico político de resultados de su administración.
También tenía muy claro lo que haría por su pueblo antes de irse.
Se fijó 20 obras públicas y garantizar al 100 la seguridad pública. No más. Y en el inter dialogar, volver a dialogar y conciliar con sus gobernados, al igual que en materia de prensa cuya meta era consolidar esa imagen de un político de servicio, de respeto hacia los demás y de honesto.
“Es muy fácil convencer a los medios con una talega al lado, pero a ver, vamos a llamar a su solidaridad, a la unidad y al amor al pueblo veracruzano porque ningún dinero alcanza”.
Gutiérrez Barrios fue el hombre leyenda y solo gobernó dos años.
A Javier Duarte le quedan 14 meses. Algún día Alejandro Montano dijo que “Ser gobernador un solo día sería un gran honor, compromiso y responsabilidad”. Duarte tiene que reflexionar. Hay tiempo. Si no se va debe replantear su estrategia y hablar a su pueblo con sinceridad.
Hay un viejo refrán que dice que “la mujer del Cesar no solo debe ser honesta, sino también parecerlo”. Si el señor Duarte –como decía Ponce Coronado- no se ha comido nada malo no tiene por qué hacerle daño.
Va por el sprint. Hay tiempo.
Tiempo al tiempo.
*Premio Nacional de Periodismo
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