Édgar Hernández* / Acaso la preocupación mayor del “Centro” no sea que se quede Pepe Yunes con la candidatura, cuyo más fuerte opositor es el propio Javier Duarte, sino que pierda el PRI por una acción concertada provocada desde dentro o porque la oposición creciente, apoyada por la ciudadanía, lo derribe.
En cualquiera de los casos el debate del priismo nacional gira en torno a la medidas que habrán de tomar para conservar la plaza.
Cueste lo que cueste.
Si el primer priista veracruzano no es capaz de garantizar la supremacía priista sea por ese odio exacerbado que tiene por todo lo que huele a Yunes o porque la Fidelidad quiera imponer a uno de los suyos –Fidel quiere a Erick, mientras que Duarte apuesta por “El Cisne”-, pues ese primer priista tendrá que ser desplazado.
En los círculos priistas, incluso locales, se maneja la especie que si en los hechos es Pepe el abanderado ¿por qué tendría que apoyarlo Duarte, dispensarle recursos para una campaña que no cuesta menos de dos mil millones de pesos y tejer una operación electoral en su favor?
Muestras evidentes de desprecio se han repetido desde ese deslinde de Pepe el 6 de enero en el WTC. Se rompió el diálogo y el gobierno empezó a borrar toda huella pepista.
Incluso cuando a petición del centro el señor Duarte fue a buscar a Perote a José Francisco Yunes Zorrilla, Presidente de la Comisión de Hacienda y Crédito Público del Senado de la República, la resultante fue el total desprecio público a su ayuda en favor de la reestructuración de la deuda pública.
El aislamiento, desprecio, rechazo e incluso veto y persecución a los pepistas no ha cesado. Se les investiga sus vidas privadas e incluso si encuentran algún vínculo laboral con el gobierno de inmediato cortan la cabeza.
En paralelo hacen juegos oscuros como ese de muestrear ante la opinión pública a los prospectos a las diputaciones locales cuando es potestad del candidato a la gubernatura. El y no el gobernador, será quien parta y reparta el pastel, es su legislatura.
A pesar de todo Pepe avanza. Está cierto que va en el camino correcto. Que ya trae el dato en la bolsa y una etiqueta en la solapa. Es respetuoso con la institución, pero no con la forma en que se conducen las políticas públicas, pegadas al desaseo y corruptelas sin fin.
Máxime que no tiene la garantía ni el pacto de sangre de que el mandatario saliente y sus colaboradores se irán libres cuando termine el sexenio.
Habrá que tener presente que de tiempo atrás Pepe Yunes se ha comprometido con la ciudadanía a acometer una acción de legalidad las primeras dos semanas de su mandato.
Asimismo para lograr la credibilidad de su efímero gobierno efímero será necesario aplique el rigor de la ley contra los saqueadores del erario público que han dejado a Veracruz en franco estado de indefensión financiera con pasivos que rebasan los 44 mil 700 millones de pesos, según cifras oficiales.
Las cifras reales hablan de 87 mil millones de pesos, según Hilario Barcelata.
La tarea de reconstrucción del tejido social –ha dicho Pepe- habrá de sustentarse en la confianza de la ciudadanía a parir de una opción diferente de gobierno alejado de la corrupción y fincado en el estado de derecho.
En un segundo escenario, también grave, gravita la fuerza panista dispuesta a aliarse hasta con el diablo a fin de arrebatar la gubernatura al PRI.
La federación tiene presente que desde la era Chirinos empezó el desmantelamiento del PRI, particularmente en los municipios.
Luego permeó a las grandes centros poblacionales y de los 300 mil votos duros el PAN transitó al millón 300, cifra que ha venido manteniendo desde el 2004 cuando Gerardo Buganza perdió la elección en tribunales ante el tramposo de Fidel por 27 mil 300 sufragios.
Ya con Duarte, en el 2010, persistió la apretada ventaja. El hoy gobernador superó a Miguel Angel Yunes por un raquítico 3 por ciento, algo así como 170 mil votos. Y para la presidencial el PAN ganó al PRI con la candidata Josefina Vázquez Mota e incluso Xalapa cayó tres a uno.
Son cifras aisladas que revelan que si el caldo de cultivo adverso al PRI persiste estaríamos hablando de la crónica de una derrota anunciada.
La ciudadanía está molesta. La irritación es palpable. En el imaginario colectivo persiste el convencimiento de que ha llegado la hora de poner un hasta aquí a los saqueadores.
Ya no más corrupción.
Y uno de los caminos del cambio de estafeta estaría por el lado del Partido Acción, máxime si para los próximos meses ese partido se decide por el abanderamiento de Miguel Angel Yunes Linares, quien justamente llevó a los azules de los 700 votos duros al millón 300 en menos de un lustro.
La moneda pues, está en el aire.
Y muy en el aire ya que del lado de enfrente se mueve Andrés Manuel López Obrador, quien a través de su títere Cuitláhuac García va por el arrebato de Veracruz a sabiendas de que si gana la segunda reserva electoral estaría en las más seria posibilidad de alcanzar la presidencial, ya que dispondría no solo de votos, sino de dinero a raudales ¿ o pa´que ha servido el presupuesto?
Ya el propio Cuitláhuac ha comentado que el legendario Peje irá a su lado en su campaña electoral por 45 días, es decir, toda o casi. Recorrerán el estado de Veracruz esgrimiendo la bandera que más legitima y atrae votos, la lucha contra la corrupción.
Y por si fuera poco, las aguas se están moviendo en favor del “Bronco Veracruzano”, Gerardo Buganza, descalificado por toda la prensa y amplios sectores opositores, pero que pan pianito sabe su cuento. Si juntó un millón 300 mil para el 2004 y mantuvo su capital y alianzas este 2015… eso lo convierte en automático en un enemigo de peligro.
En la rémora política queda Renato Troco, quien es eso, un tronco. El resto de aspirantes están fuera de toda posibilidad.
Son días de lucha, de pelea cuerpo a cuerpo. Son los escarceos de lo que se viene en el marco de un sorda versión de un inminente cambio de alta relevancia en Veracruz y la inesperada asunción de Héctor Yunes Landa.
Habrá que esperar. Nadie muere en la víspera.
Tiempo al tiempo.
*Premio Nacional de Periodismo
Comentarios