Libertad Bajo Palabra

Vecinos distantes

Alan Riding

Sergio Alejandro Villa / En el año de 1986 —apenas un año después del terrible terremoto que devastó a la ciudad capital— para la clase política mexicana, se sumó otra desgracia de las cuales pocas veces salen incólumes, me refiero a la literaria, en este caso, la exposición mediática. Pues, en ese año se publicó uno de los más famosos textos escritos por el periodista brasileño Alan Riding (siendo jefe de redacción del New York Times en México) intitulado Vecinos distantes. Ahí se describen, como un dibujo hecho a mano, paisajes costumbristas de las peores y lesivas prácticas existentes en el gobierno en sus diferentes niveles: corrupción, impunidad y el tráfico de influencias, perdurables a través de los años. Pero la realidad que plasmaba el —hay que destacar— periodista-escritor era la relación y visión lejana y real que existía (y existe) entre México y los Estados Unidos, pues a pesar de estar unidos en frontera no eran ni por lo menos amigos, socios o aliados estratégicos, sino por el contrario. De ahí la intención final del nombre.

El tema viene a colación porque en recientemente tuve la oportunidad de conversar —y compartir un excelente tiempo de aprendizaje para mí— con un joven y talentoso funcionario municipal que me ilustró ampliamente sobre la visión que tienen de nuestro gobierno y los actuales funcionarios en la ciudad capital de país. La mayoría de los funcionarios de alto nivel, de las diferentes secretarías de Estado que conforman el gobierno federal, «simplemente creen que todo es corrupción e impunidad —narraba sombrío mi amigo—, no confían en nadie del gobierno estatal. Por ello, nos es muy difícil obtener recursos federales, en este caso para cualquier municipio, más aún si este recurso tiene que ser depositado en la Secretaría de finanzas y en teoría, después bajar a la hacienda municipal de los ayuntamientos (recuerden la famosa “licuadora”, perverso mecanismo financiero patentado en la prosperidad, que mezcla los recursos no importando si están etiquetados para otros rubros y después simplemente desparecen). Nosotros —refiere el funcionario— logramos bajar estos recursos porque aplicamos el famoso pari pasuu, es decir, ponemos un peso por peso de ellos. Sólo así…»

En el entendido de que si le va bien al gobernador en turno, nos va bien a todos. No se necesita mayor explicación del porque estamos como estamos. Así que por salud mental, ya olvídese de las fotos oficiales y columnistas que publican que cada vez que viene el presidente de la república, nos va a ira  toda madre. No se seamos ilusos mucho menos ingenuos. Nada tan alejado de la realidad. Entre la federación y el estado veracruzano existe esa imaginaria pero real distancia y la visión de la que hablaba el periodista Alan Riding en su tiempo y en su libro.

Agregaría. Lo que más asombra, es que sean los propios integrantes del gobierno federal quienes, a pesar de todos sus escándalos y enjuagues de corrupción en los que han estado inmenso del presidente para abajo, nos vean con tal óptica. Es seguro que saben más cosas que nosotros, no hay otra explicación. Ello nos lleva a la conclusión de que, apenas y vemos la punta del Iceberg social, económico y político del desastre que viene. ¡Dios nos agarre confesados!