Libertad Bajo Palabra

Erika, chiquita pero picosa

Salvador Muñoz / Dirigente por partida doble: sí. ¿Senadora?: No se fía. Todavía no habla con el titular del escaño en la Cámara Alta sobre ello. Pero sí habla de muchos proyectos, en especial, de darle a la CNOP otra cara, un aspecto nuevo, como el que ella tiene en este momento… sí, Erika Ayala Ríos goza de una figura envidiable… de la chaparrita cuerpo de uva sólo queda el recuerdo para pasar a la “Royal Prestige”, dice, aludiendo ello porque en unos días ha de llegar a los 39 años… ¿será porque con esas ollas el valor nutricional y el sabor de los alimentos es mejor?

II

Convive con un grupo de columnistas y por supuesto, surge el tema de Las Reinis.

A Erika Ayala la ubican entre “las Reinis”, grupo que, asegura, no existe al interior del partido, sino que es un simple saludo que inició a mediados de 1997, por la camaradería y confianza que se fue fortaleciendo entre un grupo de mujeres priistas: “¡Hola, reina!” que pasó a un “¡Hola, reinis!”

Sí, acepta que hay damas que han pintado su raya porque creen que efectivamente hay un grupo y dice que hay varones que han pedido ser incluidos en ese círculo que sólo hay de amigas.

III

Se le pregunta si se ha hecho cirugía y asegura que no, pero confiesa que está a dieta, bajo observación médica y hace mucho ejercicio, de cardio. Aunque también dice que le gusta el rapel ¡y hasta aventarse en paracaídas!

Sin empacho alguno, reconoce que su fisonomía es de la que llaman “Gordibuena” aunque también deja escapar la expresión de “Hormiga arriera” o “Sanjuanera”. Pero al final, todo se resume en genética, gracias a su mami, quien es de Juchitán, Oaxaca y su curvilíneo cuerpo es de herencia.

Pero si de su madre heredó las formas, de su padre el apodo… si bien no le dicen la Pollita, en el norte la ubican como la Hija de Gonzalo ‘El Pollo’ Ayala, quien la ha apoyado mucho en su carrera política aunque en broma, le dice que le hubiera salido más barato mantenerla, porque si quiere lucirse Erika en alguna fiesta, es el Pollo Ayala quien pone el búfalo para agasajar a los invitados. Y es que el papá de la dirigente de la CNOP, además de constructor y otras actividades, ¡tiene una granja de búfalos!

IV

Pero citar a Erika Ayala sin recordar a la grandota de Pánuco, Anabel Ponce Calderón, es un pecado. Una pareja dispareja. Una chaparrita y la otra, muy alta. Recuerda que las apodan a ambas la Corona y la Coronita, ¿por qué? “tan buena la grande como la chica”, cita el eslogan de la famosa cerveza y suelta la carcajada.

Anabel Ponce trabaja al lado de Erika Ayala en la CNOP, junto con Mauro Solano, Héctor García Barradas y Francisco Javier Mosconi, entre otros; uno de los proyectos que la dirigente tiene en mente en estos momentos, es hacer un libro de la Historia de la CNOP y para ello ha de pedir el apoyo de ex líderes de este sector del PRI.

Por cierto, recuerda una anécdota con Eduardo Thomaé, a quien le habló y le dice:

–Quisiera pedirle un consejo…

–¡Yo no doy consejos!

La respuesta de Thomaé la dejó fría pero recuperó el calorcito cuando el priista siguió hablando:

–No tengo la edad para dar consejos pero sí para orientarte…

A partir de ese momento, Erika Ayala pide que la orienten… para evitar herir susceptibilidades…

V

Le preguntan si no le interesa ser diputada local para la siguiente elección, contando con el peso político que tiene al ser dirigente del Sindicato del Cobaev y además dirigente de la CNOP… No le interesa porque busca quitarle esa imagen a la CNOP de trampolín para otros puestos.

–¿Ni aunque haya oportunidad ahora con la equidad de género?– le insisten…

–Hay en el PRI muchas mujeres valiosas– responde.

Ella tiene en claro que para servir a su partido, desde cualquier trinchera. Más lo enfatiza cuando hay quienes suponen que después de ser secretaria general y dirigente estatal del PRI, ahora “haya descendido” en la dirigencia de la CNOP. “Igual se sirve arriba que abajo”.

Me pide la salsa verde. Le advierto que es de habanero esperando que desista. ¡Para nada! Generosa, cubre su queso de picante. Observo y espero paciente que engulla el bocado. Lo hace. Ahora, presupongo que ha de tomar un gran trago de la coca que toma… ¡pero no!

–¿No te enchilaste?

Me dice que no, que en el norte, está acostumbrada a comer chile piquín, chiltepín, que come mucho picante ¡que le encantan las salchichas enchipotladas!

Me queda claro que Erika Ayala es igual que un chiltepín… ¡chiquita pero picosa!