Ganar perdiendo

- en Opinión

Filiberto Vargas Rodríguez / Los priistas festejaron la decisión del juez cuarto de distrito, quien negó la orden de aprehensión en contra de Ranulfo Márquez Hernández, Salvador Manzur Díaz, Felipe Sosa Mora, César Augusto Perdomo, Enrique Mariano Molina Ramírez, Graciela Tejeda Martínez, Pablo Anaya Rivera y Anselmo Estandía Colóm, a quienes se acusaba de haber cometidos delitos electorales, y ordenó que se cerrara caso.

La conclusión inmediata, unánime, fue que se trataba de “un coscorrón más” al enemigo común: Miguel Ángel Yunes Linares.

Efectivamente, como lo narra la agencia Quadratin, en abril del 2013 Yunes Linares y el entonces legislador federal Alfonso Morelli presentaron ante la PGR una denuncia en contra de servidores públicos federales y estatales, por supuestos delitos de carácter electoral.

Un año y cuatro meses después, un juez federal determinó que no había elementos para procesar a los denunciados.

Pero… ¿Realmente perdió Miguel Ángel Yunes?

El antecedente de la denuncia fue la difusión de video y audio de una reunión supuestamente privada de operadores priistas, en los que se captaba al entonces alcalde de Boca del Río, Salvador Manzur Díaz, cuando ofrecía programas y apoyos federales, para convencer al electorado.

El tema fue llevado a la más importante mesa de negociación, el Pacto por México, al grado de que los negociadores del Presidente Enrique Peña Nieto se vieron obligados a incorporar un adendum a los acuerdos originales de dicho pacto, para blindar los programas asistenciales.

A nivel local, Salvador Manzur Díaz, quien para muchos era “el delfín” de Javier Duarte para sucederlo en el 2016, fue eliminado de la competencia.

El Gobernador de Veracruz fue “convencido” de que tenía que cesar a su amigo, del cargo que apenas un par de semanas antes le había conferido, el de secretario de Finanzas y Planeación del Estado.

Salvador Manzur se fue a la banca y no fue sino hasta diez meses después, cuando calcularon que ya el tema se había enfriado, que le consiguieron una posición secundaria, de bajo perfil, en el gobierno federal: La delegación de Banobras en Veracruz.

Su carrera política, al menos en este sexenio, se acabó.

Algo parecido sucedió con Ranulfo Márquez, un reconocido operador electoral del priismo veracruzano, a quien Javier Duarte había logrado incrustar en la delegación federal de Sedesol. Con su experiencia, con la estructura que mantenía en toda la entidad, se pretendía que Ranulfo Márquez construyera una gran red de operadores políticos en el territorio veracruzano, que serían apuntalados con los programas y los recursos que maneja la Secretaría de Desarrollo Social para el combate a la pobreza.

Todo eso se acabó. Su cese de la dependencia federal inició con una “suspensión” que terminó siendo definitiva.

Al Gobernador le costó más trabajo el rescate de Ranulfo Márquez. Ya había negociado una posición en la Secretaría de Desarrollo Agrario, Territorial y Urbano (Sedatu) pero se le cayó. No fue sino hasta enero del presente año cuando logró acomodarlo, y tuvo que ser en su administración, en la Sedesol de Veracruz.

A partir de la denuncia de abril del 2013 se cayó una de las cartas más fuertes de Javier Duarte para el 2016, y fue desactivado uno de los más experimentados operadores electorales de Veracruz.

¿De verdad creen que perdió Miguel Ángel Yunes Linares?

Es como si pensáramos que si la PGR decide no ejercitar acción penal contra ese mismo personaje, por la denuncia presentada por supuestos actos de corrupción en su paso por el ISSSTE, eso representaría una derrota para los denunciantes.

La intención es desactivarlo ahora en el Congreso federal, que no se pueda sentar en la mesa de negociaciones, que se convierta para su partido en un lastre, por los líos legales –y mediáticos- que enfrenta.

Ahora que, si de chiripa, llega a caer en la cárcel, bueno, eso ya sería una carambola.

También perdiendo se gana.

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