Édgar Hernández /
“Cuando el pobre tiene hambre, el príncipe no puede dormir tranquilo”
La de Rosendo Pelayo es realmente una historia de poder y dinero.
Siempre muerto de hambre y necesidades de supervivencia desde adolescente un buen día –ya madurón- encontró el camino del éxito al decidirse pegar a la ubre gubernamental.
Siempre mostrando lealtad, siempre manejando el discurso del ¡soy pobre! este amigo se ganó la conmiseración de la poderosa Fidelidad.
En alguna ocasión, luego de andar pateando una piedrita en las calles, se fue a ver a un amigo que tenía en la Secretaría de Finanzas ante quien se quejó amargamente de llevar años trabajando para su glorioso PRI sin nada a cambio.
“No tengo siquiera techo propio que ofrecer a mi familia”, se quejó quien por años ha cuidado la plaza, San Andrés, para los favoritos del sistema. “¡Estoy agobiado en deudas!”, se quejaba ante el generoso amigo.
“¡Pues escoge una casita y aquí vemos cómo te apoyamos!”, le comprometió su brother.
Así este pobre de raro nombre, Rosendo Pelayo, ni tardo ni perezoso se fue a “Las Animas”, exclusivo residencial de Xalapa, se escogió la mejor y, por supuesto, la más cara de las residencias de la zona misma que ¡Gracias a Dios… y al amigo!” le fue pagada por ese poderoso subsecretario de Sefiplan de nombre Javier Duarte.
La buena estrella del amigo Rosendo no paró ahí.
Su recio paso por la política priista y sus “rotundos éxitos electorales”, así como atajar al enemigo del aparato Jorge Uscanga, provocaron su llegada a la alcaldía sanandresina en donde la primera acción de su gobierno fue iniciar la gestión de un préstamo por 300 millones de pesos quesque para obra.
Se movió tan bien y tan rápido que el propio Congreso del estado justificó el cuantioso endeudamiento ante “la falta de una adecuada y urgente infraestructura en las vías de comunicación, un imponderable relleno sanitario, la construcción y ampliación de una planta de tratamiento de aguas residuales”.
Es más:
“Los 300 millones de pesos solicitados por el alcalde Manuel Rosendo Pelayo al Congreso el Estado, no creo que alcancen para cubrir este tipo de obras prioritarias”, le dijeron sus amigos congresistas.
Pero pues, aunque sea.
“A ver cómo le hacemos para estirar el dinero”, declararía orondamente el suertudo alcalde quien hoy nos recuerda con su fiesta de los 10 mil invitados en honor a su cumple, “La Fiesta del Chivo” que habla de las dictaduras bananeras y la relación entre el dinero, la sexualidad y el poder, una versión cinematográfica de la novela se estrenó en el 2005.
En realidad pecata minuta esa novelucha, ya que lo importante ha sido la pachanga y su crónica que se suceden en medio de una crisis económica y estado de quiebra que vive Veracruz.
El alcalde de San Andrés Tuxtla, Manuel Rosendo Pelayo, dicen las dulces reseñas de sociales presumió este fin de semana su cumpleaños número 47 con una fiesta de más de 10 mil invitados todos reunidos en el campo, Aurelio Ballados.
A través de su red social el propio Rosendo Pelayo subió fotografías donde se puede apreciar la presencia de políticos, periodistas y ciudadanos de los diversos sectores saboreando comida de la región amenizada con 18 grupos musicales.
Con el Hashtag #la culpa es de Chendo –vaya apodo- agradeció a todos los asistentes “las muestras de cariño por celebrar mi cumpleaños número 47“, según reza el conmovedor mensaje de don Chendo.
El mega cumpleaños, sin embargo, no pasó desapercibido para los ciudadanos de ese municipio que respondieron con críticas como es el caso de Martina Marioli: “Que vergüenza y así no quiere que la gente hable. Una vez más decepciona a nuestro pueblo, tanto dinero botado a la basura”. De igual forma escribió Rosalba Escalera: “Haciendo fiesta y las calles en tiniebla…”.
Ricardo Maldonado dijo: “En lugar de hacer fiesta mejor hubiera dado despensa las personas de la ciudad o del pueblo en lugar de andar gastando dinero… ponte a arreglar las carreteras”.
Kike Ortiz : “Es una verdadera pena que a un pueblo necesitado de empleo, activación al campo, con más infraestructura en las escuelas, con una vivienda digna, se les engañe y distraiga con este tipo de eventos, que sólo muestran el poder, el derroche de dinero”.
Pero bueno, esos reclamos son lo de menos.
Chendo Pelayo, que tiene apellido de sidra de fiestas decembrinas, hoy está muy orgulloso y agradecido “con Dios y mis amigos” porque lo acompañaron a señalado festejo cuyo costo millonario seguramente no salió de su bolsillo.
Esas vaquillas traducidas en manjares y los ríos de cerveza y alcohol que corrieron las 18 horas que duró la fiesta son de localizada bolsa.
Por ahí Vicente Benítez se paseaba orgulloso libando y presumiendo ser el patrocinado del nada modesto evento millonario con cargo a la Secretaría de Educación de Veracruz en donde nunca pasa nada, como en todo Veracruz.
Benítez en seis años pasó de famélico ayudante de piso, a cargamaletas del candidato Javier Duarte, cargamaletas de dinero por supuesto, para luego transitar a poderoso Tesorero del gobierno, el mismo que fue renunciado ese infausto enero del 2012 cuando pescaron en el aeropuerto de Toluca a sus colaboradores con 25 millones de pesos en 3 maletas que presuntamente iban destinadas a la campaña del candidato presidencial Enrique Peña Nieto.
Benítez González sigue siendo el perdonavidas del dinero en la Secretaría de Educación de Veracruz desde donde maneja 32 mil millones de pesos. Es también brujo de San Andrés que quiere ser alcalde de su pueblo.
Por ello el derroche.
Feliz cumple pues, mi suertudo Chendo.
Tiempo al tiempo.
*El columnista Premio Nacional de Periodismo