Ya lo habíamos comentado en esta columna, cuando una persona es asesinada y el Estado es visto como responsable, lo primero que hay que hacer es activar los protocolos de criminalización. Lo mismo sucedió con la artera muerte de Rubén Espinosa. Una vez que se conoció el crimen y el ministerio público acudió con sus peritos al lugar de los hechos, los elementos que se iban encontrando se fueron adecuando para que el primer protocolo encajara. Las autoridades pensaron que era un golpe de suerte que entre los asesinados en el departamento de la colonia Narvarte hubiera una colombiana, y de manera vil se valieron de esa circunstancia para arrojar la infamia de que como una de las asesinadas era colombiana, pues entonces había droga de por medio; de haber habido un musulmán ya los estuvieran acusando de terroristas.
Cómo los cuatro que pernoctaron en ese departamento eran jóvenes activistas y estaban reunidos en un mismo lugar, pues entonces seguro se reunieron para fumar mota y emborracharse. Había que acusarlos entonces de libertinos, mariguanos, alcohólicos y por qué no, hasta de cocainómanos. Para ello activaron la segunda parte del protocolo, a los textoservidores, esos mercenarios de la información que por unos cuantos pesos son capaces de inventar una sífilis o una gonorrea a sus propias madres.
Pero poco a poco el teatrito se les ha ido cayendo. El trabajo periodístico de algunos medios como la revista Proceso, Sinmebargo.mx y algunos columnistas que entienden que pegarle a un periodista es pegarle a todos, ha obligado a la Procuraduría capitalina a no inclinarse por la famosa versión del robo, que es la que quisieran que cuajara, para así poder excusar al estado de cualquier responsabilidad.
Mientras tanto el gobernador de Veracruz no da la cara. No creemos que lo obliguen a declarar ante un ministerio público. Ya la bancada priista en el congreso, como piara de cerdos, detuvo una iniciativa para que la Procuraduría capitalina llame a declarar al gobernante. Pero no da la cara, sigue de vacaciones. Por supuesto el crimen ocurrido no le quitó el sueño y muchos menos interrumpió las vacaciones que tan merecidamente se ha ganado.
¡Por favor! Tener al estado en bancarrota, tener a Veracruz entre los estados más pobres del país, hacer del periodismo el oficio más peligroso en esta entidad, dar fuero a sus funcionarios delincuentes, eso no es cualquier cosa; el señor debe de estar agotado. Ya algunos piden que merecidamente prolongue sus vacaciones hasta el 2016; ¡de plano!
Pero el caso no ha terminado. Ya hay un detenido que curiosamente se ajusta a las necesidades de la Procuraduría capitalina. Ya había sido acusado de robo y violación. Ya confesó haber estado en el lugar de los hechos aunque se reserva el derecho de seguir declarando. Se dice que ya dio nombres y direcciones de sus dos cómplices; que están por atraparlos. A ver si al rato no salen con que el implicado era sólo un “chivo expiatorio”.
Una de las líneas de investigación que la Procuraduría se ha negado a explorar es el trabajo periodístico de Rubén Espinosa. Rubén fue uno de los primeros que llegó al sitio en el que fueron golpeados salvajemente los estudiantes universitarios a dos días de las elecciones en Veracruz. Tomó material gráfico que significa evidencia que podría indicar quiénes fueron los que perpetraron esa masacre. Esa fue una de las razones por las que fue amenazado, hostigado. Él lo declaró en varias ocasiones, se entrevistó con varios medios y señalaba que se sentía perseguido. Prefirió mejor autoexiliarse del estado que no garantizaba su seguridad. El fiscal de Veracruz, Luis Ángel Bravo ya declaró que Rubén Espinosa no hizo ninguna denuncia ante su dependencia. ¿Cómo iba a acudir a denunciar al Estado, por las amenazas que le hacían miembros del propio Estado? Ante esa impotencia prefirió salir hacia la ciudad de México.
Y Javier Duarte no da la cara; como los niños que se esconden cuando saben que tienen alguna culpa; como los cobardes. Dicen que el lunes por fin mostrará su bronceado rostro. ¿Para qué? Demasiado tarde, el juicio ya está hecho. No sé si Javier Duarte es culpable, no me corresponde descubrirlo; pero sí sé que es responsable, completamente responsable.
Postdata 1: Abyecta defensa
El problema no está en que cualquier periodista “chayotero” salga y defienda a ultranza al gobernador, tratando de librarlo de toda responsabilidad, el problema es que un medio, al que considero de buen prestigio, se preste para esa abyecta defensa.
Postdata 2: Libertad bajo Palabra, listos para el segundo paso
A tres semanas de abrir el portal Libertad bajo Palabra estamos a punto de llegar a nuestros primeros 100 mil visitantes. Estamos conociendo el área, estamos avanzando poco a poco, pero es tiempo de pasar al segundo paso; esperemos que nos vaya tan bien como en estas tres primeras semanas. Síganos por libertadbajopalabra.com