Felices sueños, señor gobernador

- en Carrusel, Opinión

En los últimos días circuló una nota de la señora Guadalupe Loaeza, quien pregunta al gobernador ¿qué tal durmió? La Loaeza supone que por las muertes de las cuatro mujeres y de Rubén Espinosa el gobernador no ha logrado conciliar el sueño; “me temo que dentro de unas horas se verá usted obligado de duplicar la dosis (de lo que toma para dormir) porque a raíz de estos asesinatos a usted y su gobierno se le van a poner las cosas color de hormiga”, pregona la autora de Las niñas bien.

Yo creo que Guadalupe Loaeza no conoce al gobernador Duarte. En varias ocasiones ha estado en Veracruz. En las ferias del libro el gobierno ha patrocinado la presentación de varias de sus obras. Se ve que le gusta Veracruz, pero no ha vivido como nosotros, estos dos últimos sexenios; de haberlos vivido, entonces sabría que pocas, muy pocas cosas, le quitan el sueño a nuestro gobernador.

Javier Duarte no perdió el sueño cuando le fueron a arrojar decenas de muertos enfrente del World Trade Center de Boca del Río; no perdió el sueño cuando acribillaron a Milo Vela, a su esposa y a su hijo; no perdió el sueño cuando le fueron a arrojar en pedazos al Chino Báez, a unos metros de Palacio; Javier Duarte no perdió el sueño cuando encarceló a los twitteros; tampoco perdió el sueño ni las ganas de vacacionar por los más de treinta muertos que fueron arrojados y encontrados la semana pasada en diversas zonas del centro del estado, particularmente la capital; Javier Duarte no perdió el sueño cuando asesinaron a Regina Martínez, es más Javier Duarte, sin necesidad de ansiolíticos, ha logrado conciliar el sueño a pesar de los 13 periodistas asesinados en Veracruz antes de la muerte de Rubén Espinosa.

Se preguntará la señora Loaeza: ¿Cómo logra conciliar el sueño? Yo tengo dos teorías. La primera me indica que Javier Duarte no se siente responsable de esas muertes, como no se siente responsable por la corrupción en el estado que gobierna, ni se siente responsable del enriquecimiento inexplicable de sus funcionarios. Javier Duarte no se siente responsable por el desfalco en las finanzas del estado, ni por la falta de obra, ni por la pobreza, ni por la inseguridad.

Javier Duarte como gobernador nunca se ha hecho responsable por gobernar como un estadista y eso le brinda a cualquiera un cochón de complacencia, que le permite dormir como un bendito.

La otra teoría que tengo es que el gobernador, quien quizá llegó como un joven con buenas intenciones, ha ido endureciendo poco a poco su corazón. Su consciencia se ha hecho insensible, como persona se ha convertido en indolente; ya no le duele nada, sólo quiere que esto termine.

Pero el gobernador no ha advertido que para que algo termine primero debe empezar y a él, su antecesor, nunca lo dejó iniciar.

Felices sueños señor gobernador.

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