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Suerte te dé Dios…

Que Dios en la vida suerte te dé, pues de nada te servirá tanto saber si un padrino, condiscípulo, compadre, pariente o amante no volteé la mirada hacia donde tú estés. Como dice el dicho, salió en verso y sin esfuerzo; mas no es la intención venir aquí con rimas o aforismos cuando, como dicen l@s abuel@s, el horno no está para bollos.

El caso es que, para mi sorpresa me encuentro que esto de las relaciones, influencias, y demás cualidades propias de los encumbrados –entiéndase políticos– no es nada nuevo en México, y quizás sea parte consustancial del género humano, pues ya a finales del siglo XIX Amado Nervo, si el autor de ¡Vida, nada me debes! ¡Vida, estamos en paz!, escribe en el artículo “Las influencias” (14 febrero 1896) que nada puede obtenerse sin gramática parda.

De manera lapidaria señala que quien va a solicitar un trabajo debe ser, en primer lugar, un ignorante en todo aquello que se relacione al empleo que solicita: “¿Desconoce por completo la historia del país? Pues debe solicitar el puesto de anticuario, encargado de descifrar los hechos obscuros de los pasados tiempos. ¿Tiene mala letra y peor ortografía? Pues a ocupar el puesto de Secretario… (p.124)

En general, remacha diciendo el poeta/periodista, las aptitudes de un individuo para hacer una cosa, son malas consejeras; ya que estás quedaran “dispensadas” si la solicitud u “orden de presentación” viene acompañada de una tarjeta, una llamada o simplemente un apellido connotado: Callejas Arroyo, Duarte de Ochoa, Yunez Linares, Herrera Beltrán, Flores Espinosa, Uscanga Escobar, Zúñiga Martínez, Gutiérrez Carlín, Brito Gómez, Elías Mansur, etcétera.

La preparación académica, ayer como ahora, es “una vergüenza, un insulto perpetuo a los no-cerebrales”; lo cual, en venganza, les produce mucha risa a los bien relacionados, por parentesco o amancebamiento. En el país de las palancas, más le haiga al joven egresado de una Universidad Pública o al viejo con estudios de posgrado en universidad extranjera, salir a buscar influencias “y no se acueste sin haberse adueñado de cuatro al menos”.

Así las cosas por aquellas lejanas/cercanas épocas en las que un título universitario cuesta menos que la carta de recomendación comparada en papelería; la edición de libros, las publicaciones en revistas especializadas o el conocimiento/dominio de un campo de conocimiento vale igual o lo mismo que una recomendación laboral.

Colofón

Para Ripley el robo del arma de cargo a uno de los guardias presidenciales, teniente del Estado Mayor Presidencial David Navaez Velasco (averiguación previa FCH/CUH-2/T2/1200/15-07) en el encuentro partidista “Unidad para la transformación” celebrado en la sede nacional del PRI el pasado 25 de julio.

Ficción o realidad, Destino o Coincidencia, los cierto es que el robo de la pistola Smith and Wesson, calibre 9 mm, modelo SW9F, matrícula PAM0715, al teniente Navaez Velasco, hace que el cuento de Ali Babá y los cuarenta ladrones nos recuerde que vivimos en el país de las Mil y una noche, no solo porque nos duermen con puros cuentos, sino porque, nos roban hasta lo que ya que no tenemos: seguridad, esperanza, ilusión.

 

Referencia: Nervo, Amado (1976). Fuegos Fatuos y Pimientos de Dulces (1976). 2ª Edición. México: Editorial Porrúa. Colección de Escritores Mexicanos,

 

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