Dislocado el proceso del 2016, el dirigente priista Alfredo Ferrari da patadas de ahogado agrediendo a uno de los dos más serios aspirantes a suceder a Javier Duarte, Pepe Yunes, y ante su inminente salida para dar paso a Gabriel Deantes, se refugia en la disipación.
Su afición a las bebidas espirituosas –según se afirma- lo están precipitando al descrédito, a la molestia partidista que a sotto voce habla del estado inconveniente en el que se presenta todos los días a todas horas.
Y es que en la familia priista para nadie es desconocido que el señor Ferrari es un fiel entregado a la bohemia confundiendo la chamba con la disipación. Tampoco es un secreto que se la está jugando con Héctor Yunes Landa, quien de hecho es su mecenas y le debe el cargo que ostenta.
Hay muchos a quienes el alcohol obnubila y de Alfredo se cuentan historias no muy gratas que desdoran su prestigio.
Fiel operador de campañas electorales, con alto grado de conocimiento de la geopolítica electoral en los 212 municipios, conocedor de las entrañas del PRI, Alfredo Ferrari, abogado y con más de 30 años en este quehacer está permitiendo golpeteos internos para romper la unidad Héctor-Pepe.
Ello ha dado lugar el que segundo, Pepe, reconozca que en el interior del Partido Revolucionario Institucional (PRI) hay “golpeteo político” hacia su persona, lo cual solo tiene como objetivo desestimar sus aspiraciones para alcanzar la candidatura a gobernador del próximo año.
“Hay mucho golpeteo, tanto hacia ti como a Héctor (Yunes), ¿son los candidatos más fuertes o por qué?, se le preguntó.
“Me parece que sí, respondió. Dentro del partido hay una, yo creo que es lo más natural y lo más normal y este tipo de situaciones irán incrementando con críticas más fuertes y descalificaciones hacia él conforme se acerque el momento de definir al candidato idóneo del PRI”.
Como responsable de la institución partidista, Alfredo Ferrari, quien se declara listo para dejar la dirigencia en el momento que se lo pida el primer priista, bien sabe de qué lado masca la iguana.
El golpeteo que se ha venido gestado desde el interior del PRI responde a una consigna, una consigna perversa encaminada a perforar la relación entre los Yunes rojos que han declarado que bajo ninguna circunstancia van a romper el pacto que tienen suscrito de años atrás y hoy ratificado de cara a la sucesión del 2016.
“Conforme se vaya acercando el tiempo van a arreciar los señalamientos y estas formas de hacer política que si bien yo no las comparto ni las práctico, también las entiendo”, declaró ayer Pepe Yunes al ser cuestionado sobre la embestida mediática que se cierne contra él misma que se ha recrudecido tras el veto impuesto por el propio primer priista Javier Duarte.
Yunes Zorrilla advierte, sin embargo, que antes de atacar de esa manera, sus contrincantes, de los cuales no dio nombres, deben contar con argumentos sólidos reales, para no exponer mentiras y calumnias.
“Yo creo que en la guerra como en el amor y la política hay facetas en donde debe primar la cordura; debe de haber marcos, debe de haber restricciones”, señaló.
Y es que, en efecto, se percibe al interior del PRI una seria confusión de hacia dónde habrá de transitar el partido luego de que en las próximas diez semanas se decida quién será el abanderado para la gubernatura.
Hay temor que tras la salida de Alfredo Ferrari y el presunto arribo de Deantes se pavimente el camino no para Héctor, sino para Erick Lagos Hernández.
Es por ello que a un sector del PRI conviene el golpeteo contra Pepe para diezmar la unidad con Héctor y sentar las bases para el arribo de Erick.
¿Simple?
No tanto, si se considera que es inminente no la unidad de Pepe y Héctor, aspirantes engañados, sino de Pepe, Héctor y Miguel… Miguel Angel Yunes Linares con quien están en diálogo permanente. Son la misma raíz y su alianza es inminente.
Tiempo al tiempo.
* El columnista es Premio Nacional de Periodismo