Dicen que los tiempos de crisis son un problema para los limitados, los timoratos, los negligentes, y que por el contrario representan una oportunidad para los arrojados, los valientes, los emprendedores.
Esa frase común aplica para el caso de los presidentes municipales veracruzanos, pues mientras muchos de ellos, desde que tomaron posesión el primer día del año 2014, se la han pasado quejándose de la falta de recursos y de oportunidades de desarrollo, ha habido otros que se han dedicado a fomentar su imaginación en la busca de oportunidades diferentes para impulsar a sus municipios.
Unos se han sentado a lamentarse y han sumido en la dejadez a sus ayuntamientos, y otros no paran de tocar puertas en los niveles de gobierno y en todas las instancias posibles -públicas y privadas- para conseguir los ansiados recursos que les permitan hacer obras, emprender proyectos y realizar acciones que beneficien a sus gobernados.
Tengo tres ejemplos de alcaldes que no se han detenido ante la adversidad y están logrando que sus administraciones destaquen por la aplicación de programas y soluciones: Carlos Antonio Morales Guevara, de Altotonga; Ernesto Cuevas Hernández, de Juchique de Ferrer, y Francisco Guevara Gómez, de Naolinco.
No obstante su extrema juventud (tomó posesión como presidente municipal a los 28 años), o tal vez debido a ella, Carlos Morales no se arredra ante la responsabilidad de… ¿cómo se dice?… ah, sí, “encabezar los destinos de su municipio”, y en lugar de convertirse en un edil quejoso e improductivo, se dio a la tarea de trabajar duro desde el primer día de su mandato y por eso en el año y medio que ha transcurrido de su administración no ha parado un momento: ya lo vemos visitando comunidades -Tezahuapan, Tlalpoalan, Chichicapa, Ahueyahualco, Xoampolco, etc.-; ya lo escuchan sus gobernados ofreciendo -y cumpliendo- obras; ya se desplaza en oficinas de Xalapa y del Distrito Federal para gestionar lo que se pueda.
Ernesto Cuevas, también joven, también impetuoso, siempre tuvo el sueño de ser alcalde de Juchique y ahora que se le cumplió no se detiene en ejercer no el poder, sino la responsabilidad de mejorar las cosas para sus paisanos. Con todas sus ganas de hacer el bien y hacer bien, no solamente torea los bureles que se le ponen, sino que los monta y los domestica hasta lograr sus cometidos en pos del bienestar de los juchiquenses. El nativo de Plan de las Hayas en verdad que está haciendo historia con su brega que tantos beneficios palpables ha conseguido.
Y Francisco Guevara aúna a su talento para la administración, una política de impulso al turismo que no se detendrá hasta conseguir que Naolinco -por fin- sea nombrado Pueblo Mágico como merece, y empiece a recibir los recursos adicionales que serán el maná para consolidar este destino en el gusto de los viajantes mexicanos y extranjeros.
Tres alcaldes, tres, que no se han resignado a cumplir el papel de plañideras que a otros de sus congéneres tan bien les ha acomodado; una tercia de munícipes que están sacando recursos donde otros no los ven, haciendo lo que otros no se atreven y consiguiendo sendas administraciones que serán históricas.