La novela inicia con el arribo del general Garibaldi a Sicilia en el año de 1860. El temor en algunos se refleja en llanto y no son pocos los que huyen auxiliados por los ingleses. Pero el príncipe Fabrizio Salina, conocido como “El Gatopardo”, hombre acostumbrado a mandar siempre, decide esperar hasta que los acontecimientos definan el rostro verdadero de la revolución. Él sabe del respeto que el pueblo le confiere y por eso siente menos temor.
Es su sobrino preferido, el príncipe Tancredi, quien le enseña una lección que es como una sentencia y al final un estigma que lo marca de por vida. Estando el ejército de Garibaldi en Sicilia, los jóvenes nobles tienen que decidir si son hechos presos por los revolucionarios o si se unen a las tropas y pelean hombro a hombro por el cambio. El príncipe Tancredi, sobrino de “El Gatopardo”, decide lo segundo y a punto de partir le dice a su tío la frase que llena el libro: “Si queremos que todo siga como está, es preciso que todo cambie”. Lampedusa no sabe que con esa frase inaugura una filosofía que se acomoda muy bien en la clase burguesa: el gatopardismo. La novela El Gatopardo es un símbolo de los cambios y de la actitud que los nobles y poderosos asumen ante esos cambios.