Si usted se pensó que a partir del 28 de junio iba a haber una veda electoral completa, esperaba usted demasiado. Si bien los candidatos se guardan en su bunker para delinear la estrategia el primero de julio, día de la elección presidencial, en alguno estados gubernamental y para el Senado, federal en otros y local en otros más.
Pero los que no van a descansar ni el primero de julio y seguramente estarán muy activos unos días después de la elección, son los Pejezombies y los AMLOfóbicos, las dos faunas bastante defenestradas entre ellos. Los AMLOfóbicos en su frustración (nunca pudieron bajar un solo punto porcentual a López Obrador) se tiran a matar y postean los cuentos más extraordinarios, cuentos chinos que sonrojarían a los hermanos Grimm.
Los Pejezombies insisten con su voto parejo, inconsciente; ellos piensan votar llevados por la luz de su líder. Afortunadamente existen millones de mexicanos que han meditado su voto y piensan votar por el candidato que consideran mejor, sin dejarse llevar por llamados mesiánicos ni por escenarios catastrofistas. Esos mexicanos asumirán el resultado con júbilo o con estoicismo. Pero por supuesto que reaccionarán a un posible fraude electoral.
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