Miguel Ángel Mancera escucha quedito el canto de las sirenas; a su oído llega el llamado a contender en el 2018 por la presidencia de la República. Sabe que el PRD se encuentra como un Tehuacán sin gas, sin fuerza y sin futuro. Por eso le conviene tener amarres con los señores del PRI, ahí está el caso de la reciclada Rosario Robles Berlanga.
El señor y amo absoluto de la Ciudad de México se comporta como un dictador oriental, no escucha las voces de sus asesores, sólo responde al llamado de Los Pinos. Osorio Chong, le ordena que detenga a como dé lugar a los “revoltosos de la CNTE”. Este acata con una docilidad que raya en la abyección.
No importa que se violen los derechos de libre tránsito de los docentes. Mancera obstaculiza la entrada a la ciudad a los maestros, ordena a los policías a que revisen todos los camiones que llegan a la Ciudad de México, si se encuentra a algún maestro, este es bajado sin miramientos; los acosa constantemente en sus plantones, los obliga a cambiar de sitio cada noche y finalmente los deporta de la ciudad.
Seguramente, al terminar esta faena, toma el teléfono y marca su número favorito, para decir: «Misión cumplida jefe».
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