«El magisterio no está renuente a ser evaluado. La mayoría de los profesores está de acuerdo en que se les califique, pero mediante una evaluación pertinente, completa e integral». Esas palabras pertenecen al próximo secretario de Educación; su opinión refleja, en gran parte, el sentir de muchos maestros. Pero, ¿qué es una evaluación pertinente?; en primer lugar, ésta debe ser adecuada a las necesidades y al contorno geográfico donde labora el maestro.
No puede ser evaluado con una prueba estandarizada, los 32 estados son completamente diferentes, las escuelas y el contexto escolar son muy distintos, sobre todo en el nivel socioeconómico, sin tomar en cuenta la fuerte influencia indígena en algunos estados.
Cuando el expresidente de la Fundación Azteca habla de una evaluación integral, ésta se refiere a todos los ámbitos del ejercicio pedagógico, se debe tomar en cuenta la antigüedad del docente, sus fortalezas y debilidades y, lo más importante, su manera de enseñar y conducirse dentro del aula. Un sólo examen no refleja en su totalidad la idoneidad del docente.
Es cierto que alguien pudiera argumentar que para eso está la observación e informe del director de escuela, sin embargo, en ocasiones se ha observado un sesgo por cuestiones político-sindicales. Ojalá y la próxima Reforma Educativa o Acuerdo Nacional contemple estos factores, será por el bien de todos.
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