Poco favor le hacen los políticos que por sus acciones echaron a perder su carrera política a la candidatura de Andrés Manuel López Obrador. Esos que cuando tuvieron la oportunidad de servir a la ciudadanía prefirieron servirse a sí mismos, prefirieron su vida de golfos, prefirieron rendirle culto a la corrupción. En algún momento alarmó a los verdaderos morenistas la foto que López Obrador se tomara con José Abella, director del periódico El Buen Tono.
Asimismo, en la reciente visita de López Obrador a Xalapa, ciudad que se ha convertido en un verdadero bastión de Morena, otras figuras se dieron cita para mostrar su adherencia al líder del Movimiento de Regeneración Nacional. Ahí estuvo Yolanda Gutiérrez Carlín, exsecretaria de Protección Civil de Duarte; Domingo Bahena, expanista, quien una semana antes le dio el “beso al diablo”, repudiando a Yunes Linares a unos días de la elección; también estuvo por ahí Rafael Acosta Croda, muy conocido por sus declaraciones explosivas.
¿Quién le puede decir a López Obrador la clase de políticos que se le están adhiriendo? ¿Quiénes lo pueden poner en aviso? ¿A acaso él está muy consciente que el “cascajo” político se acerca a él por conveniencia? Si López Obrador sabe quiénes son los que lo buscan y a quienes acepta, entonces él se convertirá ahora en el candidato del «haiga sido como haiga sido».
No estoy de acuerdo en la unidad con esos mafiosos, ya que la convocatoria dice militantes no politicos que estuvieron en otro partido con funciones de autoridad y donde ellos violaron o aprobaron leyes perjudicando a la comunidad nuestros militantes dicen que se esta prianizando morena.