Mucha enjundia y resistencia le están poniendo al famoso Sistema Nacional Anticorrupción, como si éste fuera la gran panacea para enderezar nuestro barco. Ya se pelean los partidos políticos, ya se diputan la elección de los fiscales anticorrupción de cada estado, ya se bloquean, pero el caso es que muy poco nos han informado para qué va a servir tener un Sistema Nacional Anticorrupción.
¿Sólo porque se establezca ese sistema, como por arte de magia los funcionarios públicos dejarán de ser corruptos? Ningún sistema anticorrupción servirá en el país, mientras tengamos muy arraigada la cultura de la corrupción, mientras la impunidad siga cobijando a los corruptos, mientras las autoridades de más arriba se sigan solapando entre ellos.
¿Algún ejemplo? La Casa Blanca de Peña Nieto, donde se creó una dependencia especial para encubrirlo; el socavón en el Paso Exprés, donde el presidente está cubriendo al verdadero responsable de la corrupción, Gerardo Ruiz Esparza; el juicio contra Javier Duarte, donde al parecer la línea es hacer las cosas más fáciles a los abogados de este delincuente, cómplice del presidente. Mientras Enrique Peña Nieto siga siendo presidente de este país, ese Sistema Nacional Anticorrupción nunca funcionará.
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