Jorge Flores Martínez /
La mentira gana partidas, pero la verdad gana el juego. Sócrates
Las palabras del presidente cada día suenan más extrañas, ajenas y alejadas de la realidad de millones de mexicanos, simplemente no entendemos que desea transmitirnos.
La dislocación con la realidad ha sido mucho más evidente desde su gira del Tren Maya, parece que habla de una realidad donde no existe la crisis sanitaria global y la terrible crisis económica que tenemos enfrente. Como buen utópico prefiere siempre construir un relato donde todo sea exactamente como lo desea, el sueño de su gran transformación al costo que tenga que pagarse.
Este discurso dislocado del presidente tiene una razón, ya solo le habla a su base electoral.
Crea un señuelo sin la mayor sofisticación como lo es el BOA (Bloque Opositor Amplio), un absurdo sin el menor rigor intelectual, pero suficiente para sus seguidores más radicales. Es un documento que desde sus primeros párrafos señala claramente su autoría en Palacio Nacional. No hay nada y no es nada, solo es el inicio de la campaña electoral en la que López Obrador decide estar presente en su ausencia legal en las boletas, con lo mejor que sabe hacer, crear un enemigo donde solo debe haber respeto a las leyes.
Días más tarde presenta a los mexicanos un decálogo de acciones para afrontar la nueva realidad después del Covid-19. En este documento, como predicador, nos habla de estar informados, actuar con optimismo, dar la espalda al egoísmo, alejarnos del cosumismo, bajar de peso, vivir en calma, disfrutar de la naturaleza, hacer ejercicio, eliminar actitudes racistas y buscar la espiritualidad.
El presidente ya solo le habla a su gente.
El momento histórico de nuestro país requiere un líder serio, un hombre de Estado, que con la mayor solemnidad, en su despacho, en cadena nacional, con un discurso perfectamente pensado y revisado, se dirija a todos los mexicanos y nos informe de la gravedad de la situación que enfrentamos, las acciones que su gobierno emprenderá y su disposición irrenunciable de unirnos a todos como el gran país que siempre sabe salir adelante. Pero prefiere hablarnos de buscar la espiritualidad.
Me hubiera gustado tener un presidente que alcanzara para todos, que nos uniera en la increíble diversidad que es México, que buscara ideas complejas y no decálogos simples, que asumiera que este increíble país existirá después de él, y que entendiera de una vez por todas, que las elecciones se ganan o pierden por los resultados de gobierno y no con políticas electoreras.
El presidente decidió dejar de hablarnos, solo gobernará para los suyos y con los suyos. Les advierto, millones de mexicanos no entenderemos nada de lo que dice, estará construyendo un relato de la realidad que no existe más que en su cabeza.
La realidad que vivimos es extraordinariamente compleja y como realidad que es, no permite construcciones mentales alternas para evadirla. No hay forma de pensar que llega como “anillo al dedo”, esta nunca se somete a nuestros deseos. Muchos lo han intentado, todos han fracasado.
Lo peor del caso, al presidente tampoco le interesa escucharnos.
Comentarios