Como los hijos cuando los malcrían, cuando no les llaman la atención por alguna travesura o por alguna maldad; como a los hijos cuando no los corrigen con la vara de la disciplina, así anda Cuitláhuac García, muy quitado de la pena, dándose sus paseadas con Paco Bravo, con quien se le ha visto muy seguido. Pero eso sí, no tiene tiempo para atender el tema de los ciudadanos de Pajapan y menos tiempo tiene para recibir a 10 alcaldes que acudieron a Palacio de Gobierno para que les diera audiencia; vaya, ni los dejaron entrar.
Cuitláhuac García se ha rodeado de un grupo de aduladores que le celebran todas sus torpezas transformándolas en logros; todas sus veleidades transformándolas en metas cumplidas. No sabe el gobernador de Veracruz que los veracruzanos ya se dieron cuenta de su frivolidad, del desdén hacia las cosas que debe arreglar, de su incompetencia y de más cosas que no nos parece honroso anotar. Sin embargo, baste ver los calificativos que le endilgaron cuando se dio a conocer esa foto en la que está con Paco Bravo.
El funcionario del deporte veracruzano le habla, y el gobernador frívolo se da a desear. ¿Qué le pasó a Cuitláhuac? Los que lo conocieron cuando sólo era un simple maestro saben por qué hago esta pregunta. Él no era así. ¿Acaso el poder puede transformar a una persona hasta ese grado? Parte de culpa la tiene AMLO, quien a pesar de ver las torpezas de su pupilo, lo consciente, lo deja ser, lo que es, o lo que siempre ha querido ser.
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