Leslie Garibo no quiso esperar al 13 de septiembre para envolverse con el lábaro patrio y lanzarse desde el balcón del Castillo de Chapultepec: «Me quieren remover, me quieren deshacer, pero no lograrán ese objetivo, no me voy a dejar mientras haya veracruzanos que me apoyen»; ¿y quién apoya a una mentirosa? Ella solita se ha puesto los tropiezos, pues pensó que nadie se iba a tomar en serio eso de ir a preguntarle a la abuela si Cuitláhuac García y Eleazar Guerrero eran primos.
Por eso soltó esa mentira de que no había consanguineidad entre el gobernador y el subsecretario de Finanzas; mentira que la tiene en al filo de la renuncia. Pero en Libertad bajo Palabra nos tomamos en serio nuestro trabajo y fuimos a desenterrar a la abuela, quien confirmó que sí, que Cuitláhuac García Jiménez y Eleazar Guerrero son primos hermanos. Ante ello, la pobre contralora quedó como una embustera, como una solapadora, como una encubridora.
Es ella y sus mentiras las que la podrían obligar a renunciar. Es también su ineficacia, pues a pesar del nepotismo denunciado, del conflicto de intereses y del tráfico de influencias que permea en todos los ámbitos gubernamentales, ella guarda silencio y sólo presume andar corriendo aviadores en la SEV. Y aquí el dilema no tiene que ver con que sea mujer, el dilema radica en que es una embustera.
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