Es parte del protocolo que cuando un gobernador o un presidente visita cierta zona de una ciudad, días antes los trabajadores municipales y estatales llevan a cabo labores de limpieza, pintura y bacheo de calles. Todo para que dé la impresión de que la zona visitada no parezca estar en el abandono en que siempre ha estado. Igual pasa en los hospitales de Veracruz. Enterado de que la gobernadora de Veracruz visitaría el hospital de Tlaquilpa, un municipio de las Altas Montañas de Veracruz, Roberto Ramos Alor, delegado del IMSS-Bienestar, se anticipó a surtir hasta en un 90 por ciento la farmacia de dicho nosocomio.
Sin embargo, no contaba con que la gobernadora, por error, llegaría al hospital de Zongolica, donde quiso presumir que ya había abasto de medicamentos: «Vengo a supervisar porque me reportó el doctor Ramos Alor, que estuvo aquí, que trajo los medicamentos y sí me habló de ciertas necesidades pero yo quiero ver en qué porcentaje estamos en la farmacia y si nos están ayudando los Centros de Salud o de aquí se reparten. Porque también en los Centros de Salud nos están solicitando. Medicamentos hay, ese es el tema y si los tengo que traer cada tercer día los tengo que traer». Cuál no sería la sorpresa de la gobernadora cuando los médicos del hospital de Zongolica le informaron que de las 195 claves de medicina que deberían tener en farmacia, sólo contaban con 40 claves, es decir, un desabasto del 80 por ciento de medicamentos.
Sorprendida la gobernadora volteó a ver a Ramos Alor para preguntarle, «Entonces, ¿a cuál vino, pues?» El delegado del IMSS-Bienestar no le pudo decir a la gobernadora que el montaje del abasto lo implementó en el hospital de Tlaquilpa, a casi una hora de distancia. Ojalá la gobernadora se equivocara más seguido, ojalá se diera a la tarea de visitar hospitales al azar, sin avisar al gordo Alor, para que éste no arme sus montajes de abasto y le haga creer que Veracruz es una sucursal del Paraíso.
