Miserable es una persona digna de compasión. Miserable es una persona caída en desgracia, que pasa por una situación lamentable. Pero miserable también se usa cuando uno se refiere a cierta persona mezquina, tacaña. Claro, el sentido en que la gobernadora Nahle utilizó esta palabra es peyorativo. Para la gobernadora, los medios locales o nacionales que dieron su opinión sobre el presunto intento de minimizar la muerte de una maestra secuestrada por un grupo criminal, son miserables en el sentido de perversos, abyectos. ¿Pero qué es más miserable? ¿Quién es más digno de lástima y compasión?
Por cierto, los periodistas deberíamos agradecer a la gobernadora que al menos no nos acusara de “violencia política de género” y nos obligara a pedir disculpas a “Dato protegido” diariamente durante 30 días. Habría que recordarle a la gobernadora que la libertad de expresión es un derecho que comprende la libertad de buscar, recibir y difundir informaciones e ideas y dar nuestra opinión sobre el actuar de nuestros gobernantes.
Entonces qué caso tiene que a la hora de jurar digan, ”que el estado me lo demande”. Incluso, si la gobernadora piensa que las ideas u opiniones expresadas son falsas o están equivocadas, el individuo está en su derecho de expresarse. Por supuesto, en caso de que la gobernadora no esté de acuerdo, tiene derecho de réplica. Pero llamar miserables a los que dieron su opinión, en uso pleno de su libertad de expresión, sobre algo que les pareció “miserable”, pues es muy de miserables.
