En términos legales y políticos Claudia Sheinbaum tiene mas facultades y poderes a su merced que su antecesor. Tiene a su disposición el poder judicial, donde jueces y ministros son sus incondicionales, pronto tendrá bajo el brazo al poder electoral y que decir del poder legislativo, que, aunque aquí ha recibido algunos reveses, esta aplanadora legislativa también yace bajo el ejecutivo federal. Eso sin contar que organismos como la CNDH forman parte de su poder, el INAI que metió en aprietos a López Obrador ya no existe, sus incondicionales lo borraron por completo. Desde luego, no se puede dejar de mencionar a la Guardia Nacional que ahora depende al cien por ciento de la Defensa Nacional.
Sin embargo, ese poder se encuentra acotado y dividido por alfiles obradoristas que fueron sembrados como minas por el propio expresidente. Al menos en la cámara de diputados está Ricardo Monreal, un político que no se tentará el corazón para traicionarla si sus intereses se ven amenazados.
En el senado se encuentra el alicaído de Adán Augusto López, que a pesar del lio en que se encuentra, no lo pensará dos veces para clavar el puñal de la traición, además, la presidenta Sheinbaum sabe que tiene “orejas” dentro de su gabinete que todo le informan al refugiado de Palenque, Chiapas. En pocas palabras, Claudia Sheinbaum es una gigante de hierro con pies de barro, ese es su triste destino.
