El viernes 4 de julio de 2025, la Ciudad de México fue escenario de la primera marcha contra la gentrificación, un fenómeno que ha transformado radicalmente colonias emblemáticas como Roma, Condesa, Juárez y Doctores. Convocada por colectivos vecinales y organizaciones ciudadanas, la movilización buscaba denunciar el encarecimiento de la vivienda, el desplazamiento de residentes históricos y la pérdida de identidad barrial, atribuidos en gran medida a la llegada masiva de extranjeros, particularmente estadounidenses, y al auge de plataformas como Airbnb. Sin embargo, lo que comenzó como una protesta pacífica derivó en actos de vandalismo, agresiones verbales y consignas xenófobas como “¡Fuera gringos!”, lo que desató un debate sobre los límites de la protesta social y la complejidad del problema.
La gentrificación, definida por el geógrafo Luis Alberto Salinas Arreortua de la UNAM como un proceso donde personas con mayor poder adquisitivo desplazan a residentes originarios debido al aumento de rentas y servicios, ha generado una crisis habitacional en la CDMX. Desde 2020, la llegada de “nómadas digitales” y expatriados, atraídos por el bajo costo de vida en México comparado con sus países de origen, ha disparado los precios de las rentas en colonias céntricas. Según un estudio del MIT, el arrendamiento en la capital aumentó ocho veces más que los salarios entre 2007 y 2023, haciendo insostenible para muchos mexicanos permanecer en sus barrios. En la Roma y Condesa, por ejemplo, departamentos de una recámara alcanzan los 40 mil pesos mensuales, un costo impagable para la mayoría de los capitalinos.
La marcha, iniciada en el Parque México a las 15:30 horas, buscaba visibilizar estas problemáticas bajo el lema “Gentrificación no es progreso, es despojo”. Los organizadores, según publicaciones en redes sociales, aclararon que su objetivo no era rechazar a los extranjeros en general, sino criticar un modelo económico e inmobiliario que prioriza el capital transnacional sobre los derechos de los residentes. Sin embargo, la protesta se salió de control cuando un grupo de encapuchados realizó pintas, rompió cristales de comercios como Starbucks y agredió verbalmente a transeúntes, incluyendo al influencer mexicano Luisito Comunica, acusado de contribuir a la gentrificación.