El proyecto, presentado como clave para reducir la dependencia de México en importaciones de combustibles, fue inaugurado con un costo inicial estimado de 8 mil millones de dólares, pero los sobrecostos han elevado la inversión a más de 20 mil millones de dólares, según reportes recientes. Expertos como Ramsés Pech han señalado que la refinería enfrenta problemas estructurales, incluyendo la falta de integración entre equipos gestionados por múltiples subcontratistas y limitaciones en la calidad del crudo mexicano, que no cumple con los requerimientos técnicos para un procesamiento eficiente. En diciembre de 2024, la producción de gasolina fue de apenas 13 mil barriles diarios, equivalente al 0.8% de la capacidad prometida.
El gobierno de López Obrador afirmó repetidamente que Dos Bocas estaría operando a plena capacidad para 2024, eliminando la necesidad de importar combustibles. Sin embargo, México aún importa más del 50% de la gasolina que consume, según la consultora EMPRA. La refinería ha sido criticada como un “monumento a la ineficiencia”, con acusaciones de opacidad en el 99% de los contratos y falta de estudios de factibilidad adecuados antes de su construcción, según publicaciones en X y reportes de El Economista. La refinería, lejos de ser la “joya de la corona” prometida, sigue siendo un proyecto inconcluso que pone en duda la viabilidad de las políticas energéticas del gobierno.