Cuando el gobierno de los Estados Unidos acusa, es porque cuenta con una investigación minuciosa. Si afirma que hay bancos lavando dinero del narco, es porque cuenta con pruebas sólidas. Que no se nos olvide que, en el gobierno anterior, López Obrador se llenaba la boca acusando a Felipe Calderón de pactar con el narco a través de García Luna. Era común escuchar cómo se bañaba en salud, sintiéndose limpio e inmaculado.
Es más, cuando un periodista norteamericano afirmó que su campaña presidencial de 2006 fue financiada por el narco, este no se cansó de culpar a la oposición y de tacharlos de cómplices por consecuentar a García Luna. Sin embargo, las cosas han cambiado y con las afirmaciones del Departamento del Tesoro de los Estados Unidos, donde acusan al exjefe de la presidencia, Alfonso Romo, por lavado de dinero del narco, estas acusaciones ponen de rodillas al gobierno de Claudia Sheinbaum y pone en tela de juicio, al gobierno del tabasqueño.
La respuesta del gobierno federal de Sheinbaum ha sido tibia, esta se basa en que no hay pruebas contundentes y que los Estados Unidos, no ha querido dar las anheladas pruebas. Lo que es un hecho, es que el golpe ha sido contundente y demoledor y pone a los miembros de la 4T, como lo que son, como una cueva de vivales que se hacen pasar como incólumes e incorruptibles. Por cierto, sería bueno que el expresidente de México saliera a explicar, cómo es que no estaba enterado de la tranzas de uno de sus hombres más cercanos.
