López Obrador, el “mala leche”, era llevadito. Un día se le ocurrió llamar a Felipe Calderón el “Comandante Borolas” y no se recuerda que Felipe Calderón le haya reclamado. A Ricardo Anaya le puso “Ricky Riquín Canallín”. A Xóchitl Gálvez la llamó “La innombrable” o “La señora de las gelatinas”. Antes, cuando era candidato presidencial en 2006, a Vicente Fox lo llamó “Chachalaca”. Era llevadito López Obrador, a quien el vulgo popular terminó bautizando como “El Cacas”. Su esposa no se salvó y ese mismo vulgo la llamó “La Zopilota”. Ahora Andrés López Beltrán se queja de que le digan Andy, cuando “Andy” ni siquiera es un apodo, es un diminutivo.
Sobre ese diminutivo el mismo Andy dijo: «El llamarme Andy es demeritar eso, quitarme ese legado, quitarme ese nombre». Ricardo Monreal tuvo que salir en defensa de Andy y torciendo la interpretación de las leyes declaró: «La violencia vicaria es aquella que se ejerce contra las y los descendientes consanguíneos en línea directa de una persona a la que se busca causar un daño (es decir, sobre sus hijas o hijos), la violencia política vicaria sería aquella que se ejerce contra las y los descendientes directos de una persona que está o estuvo en el ejercicio de un cargo público relevante, como el de Presidente de la República».
Nadie está violentando a Andy con decirle Andy. Simplemente así se le conoce y el pueblo así le dice y ya sabe usted lo que dice el dicho: «Voz del pueblo, voz de Dios».