El 30 de agosto de 1990, durante el encuentro internacional “La experiencia de la libertad”, organizado por la revista Vuelta y transmitido por Televisa, el escritor peruano Mario Vargas Llosa pronunció una frase que resonaría por décadas en México: “México es la dictadura perfecta”. Este evento, moderado por el historiador Enrique Krauze y con la presencia de intelectuales como Octavio Paz, tenía como propósito discutir la libertad en el contexto global, con énfasis en Europa del Este. Sin embargo, Vargas Llosa desvió la conversación hacia el sistema político mexicano, generando una polémica que trascendió fronteras.
En su intervención, Vargas Llosa argumentó que México, bajo el dominio del Partido Revolucionario Institucional (PRI) —que había gobernado ininterrumpidamente desde 1929—, representaba una dictadura disfrazada de democracia. «La dictadura perfecta no es el comunismo, no es la URSS, no es Fidel Castro. La dictadura perfecta es México», afirmó. Octavio Paz, presente en el estudio, mostró incomodidad y, al tomar la palabra, matizó la afirmación. Aunque reconoció la hegemonía del PRI, insistió en que México no vivía una dictadura en el sentido clásico, sino un “sistema hegemónico de dominación”.
35 años después México, con Morena en el gobierno, vuelve a la hegemonía partidista, que controla la miseria de este país, que se vale de la necesidad del mexicano para hacerse de su voluntad, que compra su voto a cambio de limosnas del “Bienestar”. México en 2025 no es una “dictadura perfecta”, es una “dictadura imperfecta”, pero eso sí, efectiva.