Viste muy bien ponerse del lado de las feministas el 8 de marzo, Día Internacional de la Mujer. Si es uno varón muestra su solidaridad, si se es mujer, su sororidad. Por supuesto que se debe estar a favor de la lucha de la mujer para que le hagan valer sus derechos; eso no está a discusión y durante meses, en este espacio, hacemos eco de esa lucha y exigimos justicia para la mujer; no para las feministas o “feminazis”, como algunos las han apodado. ¿Por qué no se puede estar a favor de esa clase de mujeres? Porque lo de ellas no es un movimiento a favor de los derechos de la mujer, es un movimiento a favor del caos, a favor de la violencia y el rencor, a favor del odio hacia el género masculino, pero también odio hacia su propio género. Un sólo ejemplo.
En la panadería San Martín, ubicada en el Paseo de la Sexta en Guatemala, Guatemala, buscando evitar que gratuitamente les vandalicen el negocio, tuvieron el buen gesto de ofrecer a las mujeres manifestantes unos croissant de mantequilla. Las propietarias y empleadas de la panadería pusieron unas mesas con deliciosos croissant y quien quisiera podía tomar uno. ¿Qué hicieron algunas de las feministas? Volcaron las charolas de pan que cayó al suelo, voltearon la mesa y vandalizaron el negocio. En una de las paredes anotaron: «Ni pan ni circo».
Por supuesto, no se puede estar a favor de ese tipo de acciones, no se puede celebrar que unas mujeres, no todas, desprecien las acciones de buena voluntad de otras mujeres. ¿Así respetan el derecho al empleo de esas mujeres? ¿Esa es la sororidad que tanto pregonan? No se puede estar del lado de esas mujeres. Ese tipo de acciones manchan un movimiento que inició con la muerte de unas trabajadoras textiles, empleadas que eran maltratadas por sus empleadores. En esta ocasión, fueron mujeres las que maltrataron a otras mujeres. ¡No se puede estar a favor de eso!