Resulta patético, ver bien empinado a un personaje que meses atrás criticaba a voz de cuello a los que consideraba caciques dentro del magisterio. Tal parece que el oropel que se siente en el congreso federal ya hizo que olvidara el olor a borracho y cigarro que se respira en el Table Dance donde laboró en sus años mozos.
Seguramente por eso, se muestra como un diputado apocado y lacayuno ante un líder de papel, que no ha movido un solo dedo a favor de los maestros. Ni hablar, en que terminan los artistas de las mesas calientes.

