Años atrás, cuando no había celulares ni internet, sobre todo en las comunidades rurales, el maestro era considerado como figura central, su palabra era tomada en cuenta, ya que éste representaba los valores de una sociedad sana y cambiante. Resulta que la tragedia ocurrida en Culiacán, donde Alexander y Gael, dos menores de edad, fueron asesinados junto con su padre, ha generado un profundo impacto en la comunidad.
Es ahí donde surge la figura de Víctor Manuel Aispuro, director de la escuela primaria estatal Sócrates, quien dirigió una marcha en memoria de las víctimas, este maestro compartió su indignación y dolor.
“Seguimos consternados por la noticia, nos unimos al duelo y a la frustración de la familia. Es una familia que está de luto, como miles de familias, y queremos que esto se acabe, que haya paz”, expresó Aispuro. Lo grave del caso, es que el gobierno de Culiacán, ahora busca fincarle responsabilidades al docente, como agitador e intento de asesinato. Los del gobierno de Rocha Moya no acaban de entender. Si detienen al profesor que exigió justicia por los dos menores, se les va a voltear el chirrión por el palito. Mejor sería que dejen de jalarle la cola al tigre.