Cuando decenas de personas acudieron al Museo Regional de los Pueblos de Morelos, en Cuernavaca, donde asistió el que era el gobernador de la entidad, Cuauhtémoc Blanco Bravo, este inmediatamente fue abucheado como muestra de repudio frente al presidente de la República, Andrés Manuel López Obrador. Era el mes de febrero del año pasado.
Ni tardo ni perezoso el ejecutivo federal salió a dar la cara por el exfutbolista. Este afirmó, con tono enfático, que le constaba que Cuauhtémoc Blanco “era un buen gobernador”, pues su trabajo en Morelos se ha desarrollado de manera conjunta y cooperativa con la 4T de este sexenio y mencionó a los gobiernos de otros estados, donde la falta de consenso entre autoridades estatales y federales ha entorpecido el trabajo.
Se necesita ser muy ingenuo para creer que el hombre más informado en esos momentos, no sabía de las transas del oriundo de Tepito. En otras palabras, el tabasqueño era la tapadera principal de un personaje nefasto que ahora se escuda en el fuero que le da la diputación federal. Ahora que la pus y podredumbre brota en Morelos, sería bueno que salga a dar la cara. Que salga a dar la cara el hombre que se llenaba la boca diciendo que Cuauhtémoc Blanco era un buen gobernador, y que, además, uno de sus hijos era su fan.