Hoy martes primero de octubre de 2024, de acuerdo con la imagen de satélite del Sistema Meteorológico Nacional, la mayor parte del país está despejada; sólo en la zona sur de México, en los estados más pobres, siguen las tormentas. En Xalapa un sol, en medio de un cielo nuboso, hace esfuerzos por asomarse. En los últimos días, en los últimos meses, en el último sexenio, en México ha caído mucha lluvia; lluvia inclemente que ha arrasado con todo. Sin embargo, en México, en los estados donde el cielo amaneció despejado, en lugares donde el cielo es nuboso como el de Xalapa, en medio de las lluvias de Chiapas o en el esplendor de la Riviera Maya algo se siente diferente; basta con salir a la terraza o asomarse por la ventana de la casa para darse cuenta de que en México el aíre se respira mucho mejor. El día martes 1 de octubre, en el primer segundo de este día, Andrés Manuel López Obrador dejó de ser presidente de México.
Si bien la formalidad indica que a las 11:00 horas será el cambio de gobierno, López Obrador ya no puede dar órdenes para seguir perjudicando a los mexicanos. ¡Cómo jodió a México este mal nacido! ¡Cómo dividió al país! ¡Cómo degrado la calidad moral de los mexicanos! Degrado a los mexicanos de tal manera que millones de ellos se sienten felices siendo mantenidos, se sienten realizados aceptando las migajas que les da su gobierno. Millones de sujetos llamados chairos que como hordas rabiosas se lanzan contra todo aquello que relumbre algo de inteligencia.
Millones de mexicanos que viven en la negación completa, que no entienden que su presidente los condenó a la miseria absoluta; miseria económica, miseria moral. Pero dejemos eso para después, hoy hay que disfrutar el día, hay que salir a la montaña, al bosque, al mar, a las calles; hoy hay que mirar a los ojos a nuestros hijos, a nuestros nietos, a nuestros hermanos, a nuestros padres y dar gracias a Dios de que este miserable, llamado López Obrador, por fin se va a ir a “La Chingada”.
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