Callado, taciturno, y sintiendo el frio de la orfandad presidencial, el aún gobernador de Veracruz, pasa desapercibido en los eventos protocolarios. Cuitláhuac García está cosechando las consecuencias por sus malas decisiones y por no contar con los arrestos suficientes para poner orden en su gobierno que en pocas semanas pasará a la historia como uno de los peores que ha tenido este estado.
Todavía están frescas sus declaraciones sonrientes cuando en semanas atrás decía que tendría un espacio en el gabinete de Claudia Sheinbaum, hoy con amargura se entera que tampoco aparece en los nuevos nombramientos que hace la nueva presidenta.
Hoy Cuitláhuac García es el solitario en el palacio, hoy comprueba que el precio de la abyección no siempre es el mejor. Ahora entiende que solo fue un peón en el tablero de la política mexicana, una pieza que solo fue utilizada a la conveniencia del dueño del tablero. Hoy Cuitláhuac García es un huérfano que vende paletas de hielo en el polo norte. Está frio, frio.
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