A manera de anécdota. Una noche, Ernesto Cruz, el “Gallo Bolo”, me invitó a cenar en un restaurante de la zona de Araucarias. El señor quería ponerse a mis órdenes. Asistí por hacerle el favor a un amigo de mucho tiempo, pero le advertí que mi asistencia no significaba ningún compromiso. El “Gallo Bolo” ya era secuas de Sergio Rodríguez, procurador ambiental, acusado de extorsionar empresas con la excusa de clausura por supuestos daños ambientales. Ernesto Cruz llegó un poco retrasado, me dijo que había ido a una inspección a la granja porcícola Los Pinos, que se encuentra en El Lencero. Desde Libertad bajo Palabra realizamos denuncias documentadas sobre la contaminación de esta granja que arrojaba parte de sus desechos fecales a un arroyo que se conecta con el río Actopan.
El “Gallo Bolo” se disculpó por el retraso, me dijo que le había tomado tiempo la inspección pues había encontrado una gran cantidad de anomalías. Nos explicó algunas de esas anomalías, sobre todo en el manejo de los desechos fecales, de los hornos y otras más. Acudió a la granja porcícola Los Pinos porque en una conferencia de prensa a Hugo López-Gatell le expusieron el caso. Pensé que era el fin de la granja Los Pinos, pensé que al menos habría una buena sanción. No ocurrió nada, nada.
Seguro Sergio Rodríguez, con la información que le entregó Ernesto Cruz, calculó el monto de la extorsión. La anécdota la cuento porque lo que ocurrió en Los Pinos, es lo mismo que ha ocurrido en las Granjas Carroll ubicada sen la zona de Perote, Veracruz. Para las autoridades ambientales es mejor que las granjas contaminen, que no cumplan con las normas sanitarias, porque eso eleva el monto del moche. Las consecuencias las padecen los vecinos de estas granjas. Ahora ya hay muertos, todo por la codicia y el amor al moche.
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