Gerardo Fernández Noroña no está en los afectos del presidente, ni es parte de su estrategia. Noroña no representa para AMLO un riesgo de escisión, como si representa Ricardo Monreal o Marcelo Ebrard. Si Noroña decide hacer un berrinche y salirse de la alianza de la 4T, nada pasaría; sólo uno que otro pulgoso como él se saldrían del pacto de Morena con el Partido del Trabajo. Por eso, las rabietas de Fernández Noroña no le importan a López Obrador, y Noroña lo sabe.
Por ello, porque lo sabe, aunque el presidente le haga el feo, Noroña se disciplina: «Yo no aspiro a irme por la libre, sería una irresponsabilidad ser el candidato del PT. Primero la unidad y luego la unidad».
El diputado Fernández Noroña se va a tener que quedar con sus castillos en el aire, asegurando que la gente lo quiere, «por encima incluso de Adán Augusto y de Ricardo Monreal. Al excluirme a mí -chilla Noroña-, se está excluyendo a millones de mexicanos. Está asumiendo una posición sectaria que es inaceptable para el líder del movimiento». Cuando entenderá este diputado que el presidente no lo quiere.
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