En esos días estaba en la zona de fuego la jefa de Gobierno Claudia Sheinbaum, quien se había olvidado del mantenimiento de esa y otras líneas, lo que finalmente causó el derrumbe de una trabe en el municipio de Tláhuac.
Pues para que su “corcholata” preferida no fuera señalada, el presidente metió las manos al fuego por ella: «Para que no se malinterprete, esta fue una iniciativa de la jefa de Gobierno, a la que apoyo y respaldo; pero, si hace falta, dejo empeñada mi palabra de que vamos a resolver el problema». Pero su “corcholata” le quedó mal; su ineficiencia se ha hecho manifiesta y las obras, a dos años de la tragedia, siguen y no se ve para cuándo habrán de terminar.