En menos de 5 horas, vía fast track, en la Vieja Casona de Xicoténcatl, antigua sede del Senado, y sin que mediera discusión entre los senadores, se aprobaron 20 reformas constitucionales, entre ellas una donde se entrega la operación del Tren Maya al Ejército. Asimismo, se decidió la extinción de la Financiera Rural y del Insabi, se echó para adelante la Ley Minera y se bajó la edad a 18 años para que un ciudadano pueda ser diputado federal y a 25 para ser secretario de Estado.
Con esta demostración de sumisión queda claro que en México no hay división de poderes. En México se cumplen los caprichos de un presidente falaz, de un tirano decadente que nunca alcanzó su esplendor.
