¿Cuánta rabia, cuanto odio puede caber en una niña de 14 años? Mucho. Azahara Aylin “N”, después de golpear a Norma Lizbeth hasta dejarla en cama todavía fue a ver a la madre de su víctima para espetarle en la cara a la señora: «Su hija por pendeja no metió las manos, su hija por pendeja no me hizo nada, mi cara está limpia, yo no tengo nada, y si sale cualquier cosa mi mamá va a pagar la curación». La agresora se ufanaba por su victoria, por el exceso de bullying que había llevado a cabo.
Vale mencionar que sus compañeros de escuela siempre alentaron la agresión, aplaudieron los golpes que la agresora propinaba en contra de Norma Lizbeth con una herradura: «Dale más duro», «no le dejes de pegar», «dale uno en la cara». Lo primero que se nos ocurre en juzgar a esos niños y sus actitudes ante la violencia, ante la agresión de una persona desvalida.
Pero, ¿cómo es su entorno familiar? ¿Cómo es su entorno social? Muchos de ellos también son víctimas. Hoy la agresora se encuentra en una correccional de menores, y aunque sus golpes mataron a una niña, ella podrá salir en 3 años otra vez a la calle; quizá a buscar más víctimas.
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