Arturo Reyes Isidoro / De acuerdo a los resultados de una encuesta que publicó ayer el diario El Universal, a 15 meses de la elección presidencial –el 2 de junio de 2024– Morena retendría la Presidencia pues saca clara ventaja a la oposición.
La medición la hizo la empresa encuestadora Buendía & Márquez para ese medio, del 16 al 21 de febrero, aunque se aclara que fue antes de que se conociera la sentencia contra Genaro García Luna y de la marcha del domingo 26.
De todos modos, en mi caso, no creo que esos eventos modificaran mucho los porcentajes. Los punteros de Morena son Claudia Sheinbaum (la candidata del palacio de gobierno de Xalapa) y Marcelo Ebrard.
La intención del voto para morena es de 41% mientras que para el PAN es de 14% y para el PRI de 13%, por lo que ni sumando sus votos más los del PRD, 2%, se la acercan, ya que solo suman en total 29%, 12 puntos abajo.
El llamado “Gran Diario de México” puntualiza que la preferencia ganadora de Morena se mantiene desde agosto pasado, hace seis meses, y se ve difícil (aunque no imposible) que se revierta. Claudia o Marcelo, Marcelo o Claudia, pues, relevarían a Andrés Manuel.
Queda el Congreso: diputados y senadores
Ayer también, en Milenio, Héctor Aguilar Camín comentó sobre la marcha del domingo; lo que se dijo de que la movilización ciudadana le quedó grande a los partidos políticos de oposición. Coincide con la encuesta de El Universal al afirmar que no se ve en el horizonte una candidatura presidencial opositora.
Apunta entonces algo importante, en lo que pocos reparan: la elección presidencial es la más importante, pero estarán en juego otros espacios fundamentales, en particular, el Congreso: diputados y senadores.
Señala que si la oposición gana el Congreso “pondrá fin a las maneras dictatoriales del actual gobierno” y aunque pierda la Presidencia no podrá gobernar sin ella. Recuerda que la oposición unida sabe negociar candidaturas comunes y ganar espacios inesperados, como ocurrió en 2021 en la CDMX donde ganó 9 de las 16 delegaciones y le quitó la mayoría de dos tercios a Morena en la Cámara de Diputados.
Luego entonces, dice, el reto de la oposición es negociar bien su unidad, y el de la sociedad democrática es no soñar de más con un candidato ideal de oposición, y votar con decisión y realismo, sabiendo que cada voto cuenta y que si se abstiene será votar por los que están.
Escenario distinto en el caso del estado
Creo que lo mismo vale para el escenario estatal, aunque si me atengo a la voz descontenta de inconformidad, en algunos casos, o de desilusión, en otros, que escucho en la calle, en los sitios públicos, más el ingrediente de que pretenden imponer a una zacatecana, la contienda por la gubernatura será más reñida si la oposición se articula y acuerdan un candidato común.
Para Morena veo más complicado el proceso electoral estatal a partir de que no es lo mismo Andrés Manuel López Obrador que Cuitláhuac García Jiménez y de que no es lo mismo ir a la competencia presidencial con un candidato natural, entendido como nacido en el país, que una candidata a la gubernatura veracruzana cachirula, entendida como nacida en otro estado.
Tiene razón Aguilar Camín: viéndolo en el terreno práctico, el verdadero poder está en el Legislativo, en las Cámaras de Senadores y de Diputados y, en el caso estatal, en el Congreso local. Si la oposición se hiciera de la mayoría, entonces habría un contrapeso que llevaría a un equilibrio con el Ejecutivo, lo que obligaría a dialogar, a negociar y a acordar, coordinadamente, decretos, iniciativas de ley y de reformas, y se evitaría la imposición de un solo hombre o de un solo partido.
López Obrador, es cierto, tiene un alto nivel de aprobación producto de sus programas sociales, pero no tiene todo el poder, por fortuna. Si como se espera, la Suprema Corte de Justicia de la Nación le echa abajo su Plan B, lo que quedó de su pretendida Reforma Electoral, será un triunfo de la oposición y un rotundo fracaso político de su gobierno, pues la oposición le echó abajo la Reforma Eléctrica y ahora sería la Electoral, logrando solamente, y eso gracias al PRI, que se aprobara el pase de la Guardia Nacional a la Secretaría de la Defensa Nacional.
Ahí se ve la utilidad y el gran valor que tiene que la oposición tenga suficiente fuerza, un buen número de diputados y de senadores, porque evita el avasallamiento total de un gobierno, de un solo partido o de un solo hombre, como ocurre hoy con López Obrador.
Así entonces, la gran tarea de la oposición es, primero, lógico, lograr acuerdos y la unidad, que no la uniformidad; luego saber cómo lograr que la sociedad inconforme apoye a sus candidatos; y tercero, que haya candidatos, hombres y mujeres, que estén consolidados en sus distritos para que ganen diputaciones y senadurías.
La postulación de Nahle ayudaría a la oposición
En mi caso, veo difícil que Morena pierda la Presidencia, más que por los contendientes, por el efecto López Obrador, que en ese nivel va a pesar todavía. Veo más equilibrado el caso local. Si el presidente impone a Rocío Nahle, entonces le facilitará las cosas a la oposición porque tocará una fibra sensible del veracruzano, la del origen, la de la raíz.
En el pasado proceso, Morena arrasó en el caso de los diputados locales y federales. No creo que se vuelva a repetir el fenómeno, no porque los veracruzanos ya los conocieron bien qué y cómo son: ni en sueños legisladores, tampoco verdaderos representantes populares sino un grupo de lacayos que se le tiran al piso al gobernador, menos políticos profesionales ni defensores de las causas populares.
Con algo más. Morena creció en el pasado, primero gracias a Javier Duarte, cuando en 2016 le facilitó todo dizque por estrategia, para que le quitara votos a los Yunes con tal de que no llegaran al poder y dejara al PRI con su voto duro y, según él, seguir gobernando. Falló en todo: Yunes papá ganó la gubernatura, Morena creció y el PRI se empezó a hundir.
Luego vino la debacle en 2018, ciertamente en gran parte por el llamado efecto López Obrador, pero también, oootra vez, porque muchos priistas con poder político y económico, sin siquiera afiliarse a Morena o informarle a su cúpula, por su cuenta empezaron a operar en todo el estado, gastando incluso de sus recursos, haciendo campaña a favor de Morena con tal de que el hijo de Miguel Ángel no ganara, porque hubiera sido como si ganara el papá.
Hoy, esos mismos actores con poder político y económico, algunos operan ya para Sergio Gutiérrez Luna, sí, de Morena, pero también para la oposición, porque de ninguna manera quieren que repita el grupo cuitlahuista; son apoyos, pues, con los que no contará el grupo en el poder.
Algo que no debe olvidar la oposición, si quiere tener éxito, es aquella famosa proclama de Emiliano Zapata: la tierra es de quien la trabaja.
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